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¿El encierro lo deprime, o solo lo aburre?

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Por Thomas A. Friedman

Recientemente se ha hablado mucho sobre cómo la pandemia de coronavirus ha desencadenado una epidemia de salud mental de depresión y ansiedad.

Es cierto que ella ha aumentado nuestros niveles de estrés. De hecho, ha habido algunas encuestas muy publicitadas que muestran que los niveles de angustia sicológica general están aumentando. Pero me preocupa que llamar a esto una ola de depresión o ansiedad clínicamente significativa pueda ser prematuro. ¿Qué pasa si simplemente estamos aburridos?

Muchos de mis pacientes que han luchado con depresión y ansiedad, sorprendentemente no han sufrido aumentos en sus enfermedades siquiátricas en el transcurso de los últimos meses. Sin embargo sí han dicho que se sienten aburridos y frustrados.

La verdad es que aún no sabemos si lo que estamos observando en estas encuestas se convertirá en una plena epidemia de salud mental. Las encuestas, al fin y al cabo, son pantallazos rápidos de cómo nos sentimos durante un período de tiempo relativamente corto. Sus resultados tienen que ser corroborados por estudios subsiguientes.

Y sin duda, poco de lo que estamos viviendo ahora es agradable. Pero vale la pena recordar que el aburrimiento es un estado emocional normal que no debemos combinar con una enfermedad grave como la depresión. Sin embargo, eso no significa que no debamos abordarlo.

La depresión clínica se caracteriza por la incapacidad de experimentar placer, insomnio, pérdida de la autoestima y pensamientos y comportamientos suicidas, entre otros síntomas. En el aburrimiento, la capacidad de placer está totalmente intacta, pero se ve frustrada por un obstáculo interno o externo, como estar en cuarentena. (El aburrimiento tampoco produce ninguno de los otros síntomas de la depresión).

Si bien el aburrimiento no es depresión, la experiencia masiva del aburrimiento no es algo frívolo. El aburrimiento es una experiencia sicológica aversiva y casi universal que puede generar problemas, lo que lo hace digno de nuestra atención.

Si quisiera diseñar un experimento para provocar el aburrimiento, no podría hacerlo mejor que con la pandemia. Encerrados en nuestras casas, hemos sido despojados de nuestra rutina y estructura diarias. Y sin distracciones, nos sentimos poco estimulados. Es este estado de deseo incansable de hacer algo, ¡cualquier cosa! - sin una forma de lograr nuestro objetivo (si es que sabemos cuál es): esa es la esencia del aburrimiento.

Tenemos un miedo casi histérico al aburrimiento. ¿Es de extrañar que estructuremos nuestras vidas para evitarlo?

Aparentemente, esto no siempre fue así. El mismo concepto de aburrimiento parece ser una invención moderna. No entró en el léxico hasta mediados del siglo XIX. Antes de eso, el tedio era una parte esperada de la vida. Fue sólo con el auge de la cultura de consumo en el siglo XX que se prometió a la gente una emoción casi continua; el aburrimiento era la consecuencia inevitable de expectativas tan poco realistas.

El hecho es que los seres humanos anhelan, en diversos grados, la estimulación, y una cuarentena efectivamente nos impide obtener una gran cantidad. Aquellos que buscan más novedades y sensaciones, como los adolescentes, son particularmente propensos al aburrimiento. También lo son quienes consumen muchas drogas recreativas, porque en la línea de base, caminan en un estado poco estimulado en el que el mundo cotidiano parece poco interesante.

El aburrimiento puede parecer intolerable, pero, a diferencia de la depresión clínica, nunca afectará seriamente su funcionalidad ni lo matará. Si bien la depresión requiere tratamiento, el aburrimiento es un estado normal. No necesita tratamiento médico.

Pero aún podemos hacer algo al respecto. Tal vez podamos incluso aprovecharlo. Claro, el aburrimiento es una señal de que estamos poco excitados, pero si nos sentamos el tiempo suficiente con nuestros pensamientos y sentimientos incómodos, el aburrimiento podría brindarnos la oportunidad de repensar si estamos pasando nuestras vidas de una manera gratificante y significativa para nosotros. ¿Qué cosas podríamos cambiar para hacer la vida, y a nosotros mismos, más interesantes?

No pretendo sugerir que la pandemia no podría causar un aumento en enfermedades mentales serias; eso ciertamente es posible. Estoy diciendo que es prematuro hacer ese juicio. Mientras tanto, sin embargo, no medicalicemos el estrés cotidiano. Y no tengamos miedo al aburrimiento, sino que tratemos de usarlo para nuestra ventaja.

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