Por Daniel Santiago Mondragón
Politécnico Colombiano Jaime Isaza C.
Comunicación Audiovisual, semestre 3
daniel_mondragon20191@elpoli.edu.co
¿Qué será de la vida de ese hombre que esperaba a que llegara el fin de semana para ver jugar a su equipo de fútbol favorito?, ¿qué será de esos que iban al estadio para alentar con toda el alma a sus jugadores?, ¿dónde están los que apostaban y ponían demasiada fe en su club, o los comentaristas que nos deleitaban cada partido con sus particulares narraciones?, ¿en dónde quedó esa deidad en la que convertimos a las grandes estrellas de este deporte, que de un día a otro pasaron a ser otros humanos más? ¿Cuántas veces a lo largo de nuestra vida escuchamos “el fútbol es todo, sin él no se puede vivir”?
Me incluyo dentro de esas personas fanáticas por ese deporte. Desde niño me levantaba a las 8 a. m. a ver la Premier League, y esperar al martes para ver al Barcelona en la Champions. Pequeños detalles que se vuelven parte de nuestra vida, que actualmente quedan reducidos a recuerdos, o a nada.
Como en su día dijo Arrigo Sacchi, exentrenador de fútbol italiano, “el fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes”. El fútbol, considerado como el mayor espectáculo a nivel mundial, en donde un país pobre puede convertirse en un país rico gracias a este deporte. ¿Estará bien la importancia que muchas veces le damos a un partido de fútbol o a un equipo? Realmente en estos momentos de calamidad, en los cuales nos encontramos, el fútbol queda relegado a lo que es, un show, una distracción... Un espectáculo, el cual no brinda más a la persona que un deleite momentáneo, no se puede hablar del fútbol como solución para nuestros problemas, cuando lo que nos entrega el fútbol es un éxtasis que nos aleja de la realidad en la cual estamos, un éxtasis utilizado por los grandes gobiernos y empresarios como cortina de humo para llamar nuestra atención.
Estoy seguro de que el fútbol va mucho más allá de un deporte, el fútbol es una realidad, alterna.
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