Por Agostinho J. Almeida
Con una tasa de desempleo cercana al 20 %, Colombia, tal como otros países en el mundo, aún está tratando de comprender cómo abordar los desafíos económicos y las trampas resultantes de la pandemia; así mismo, es más importante que nunca entender cómo promover nuevas estrategias para acelerar el desarrollo de talento y habilidades, pero construidas sobre información concreta de diferentes industrias y sectores e integradas en una visión holística del país. El Informe sobre el Futuro del Empleo de 2020 del Foro Económico Mundial (WEF, por su sigla en inglés) publicado esta semana, proporciona información clave para analizar los desafíos que hoy vivimos a partir del análisis de 26 países y 15 sectores industriales. Dentro de sus principales hallazgos, surge la llamada “doble disrupción” para los trabajadores: 1) transformación digital y adopción de tecnología por parte de empresas que están cambiando puestos de trabajo, actividades y habilidades requeridas y 2) el impacto económico actual asociado a covid. Y esto debe analizarse teniendo también en cuenta la forma en que los clientes están cambiando su proceso de compra y las cadenas de valor se están readaptando para ser más eficientes y sostenibles. Por otro lado, por primera vez en muchos años, la creación de empleo se desacelera mientras que la destrucción de empleo se acelera. Adicionalmente, la ventana de oportunidad y el valor del entrenamiento y la recapacitación, aunque reconocida como esencial por la mayoría de las empresas, enfrentará un desafío importante ante la velocidad de la adopción de tecnología: la inversión en el desarrollo de talento y habilidades deberá ser cada vez más periódica y en ciclos más cortos, ojalá con el apoyo de los gobiernos locales. Finalmente, existen grupos específicos -trabajadores con ingresos más bajos, mujeres y trabajadores más jóvenes- que sufrirán un mayor impacto agudizando la desigualdad que hoy ya existe (por ejemplo, en Colombia, de 9 millones de mujeres empleadas, más de 6 millones están en riesgo de perder su empleo).
Dentro de este estudio, hay un análisis entre los países de la OCDE del impacto proyectado de covid-19 en el crecimiento (o disminución) del empleo contra un índice de resiliencia social. Colombia muestra el impacto negativo proyectado más alto en el crecimiento del empleo, pero desafortunadamente con uno de los índices más bajos en cuanto a resiliencia social. Esta debería ser una llamada de atención adicional para los líderes de los sectores público, privado y académico: el problema del aumento del desempleo va mucho más allá del desarrollo de nuevas habilidades, la tecnología, la innovación o la transformación digital. Requiere un enfoque en principios sociales y ambientales, pero también la comprensión de que se necesita una solución integral para equilibrar la automatización y el capital humano y combatir problemas como la desigualdad y la baja productividad. Colombia ha demostrado en diferentes momentos la capacidad, reconocida internacionalmente, de enfrentar y solucionar grandes retos. Para seguir haciéndolo debemos atacar estos problemas de forma coordinada desde diferentes grupos de interés y sin la polarización que el país hoy enfrenta; eso o arriesgarnos a quedar cada vez más rezagados en desarrollo económico y competitividad a nivel global.