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Debe ser grande la decepción del general (r) Rito Alejo del Río para llamar públicamente “sinvergüenza” al expresidente y hoy senador Álvaro Uribe Vélez. Un halcón tirándole a la escopeta. El escudero que levanta la voz contra el Rey.
Los años de encierro mientras se ha investigado su participación intelectual en los asesinatos del humorista Jaime Garzón y del líder conservador Álvaro Gómez Hurtado hicieron mella en la amistad que los unió cuando Del Río era la punta de lanza en la recuperación a sangre y fuego del gran Urabá, en una alianza bastante documentada entre algunos oficiales y unidades del Ejército con los paramilitares que entonces capitaneaban Carlos Castaño, “Doblecero” y “El Alemán”. Varios “comandos” de lado y lado estrecharon las manos sin ruborizarse en la mañana de la plaza de San Pedro de Urabá o en el ocaso a orillas del Atrato en Riosucio, Chocó. O se sentaron a desayunar en un pequeño complejo comercial de Turbo que era centro de reuniones y coordinación de aquella máquina de terror.
Está molesto el general que, pulsado por su sangre de tropero, ataca la acomodada sociedad política para las presidenciales de 2018 entre Uribe Vélez y Andrés Pastrana, después de que el segundo había llamado “ratero y paramilitar” al colombiano más notable de todos los tiempos.
Y eso que a Del Río y al general Fernando Millán los halagó Uribe Vélez en una ceremonia de desagravio que presidió el 29 de abril de 1999, en el Salón Rojo del Hotel Tequendama. Del Río que fue el sobreprotector de las Convivir que luego se refundieron y desbordaron en comandos autores de masacres que estremecieron al Urabá chocoano, cordobés y antioqueño.
Debe estar muy dolido el general Del Río cuando, hoy con amargura y desencanto, dice que el “premio” a los servicios a la patria de numerosos oficiales de su generación fue la traición de los políticos. “Nosotros como Fuerza Pública hemos sido utilizados toda la vida”. No deja títere con cabeza: les pasa el machete de su oratoria bronca a Martha Lucía Ramírez, Juan Manuel Santos y el Centro Democrático.
Ahora que el general Del Río se acogió a la Justicia Especial para la Paz (JEP) es importante que vierta sus testimonios secretos para la historia (más diversa y verdadera) y el juzgamiento (más detallado y certero) de los crímenes de lesa humanidad ejecutados en la década más carnicera del conflicto armado: 1994-2004.
Se recomienda al General: evitar alturas en helicóptero, cero esfuerzo en solitario por comprar pan y leche en la tienda de la esquina, no beber agua sin certificar por su gente de confianza. No vaya a ser que vea amenazada su salud antes de rendir indagatorias.
