Por David González Escobar
Universidad Eafit
Ing. Matemática - Economía, semestre
7davidgonzalezescobar@gmail.com
Paranoia, un sentimiento de persecución constante, de vigilancia: ojos en todos lados, pendientes de cualquier movimiento, atentos ante cualquier mínima violación de la norma o la moral imperante. Una idea típica de 1984 y muchas otras novelas distópicas, pero cada vez más cercana a ciertos aspectos de la vida en China: desde millares de cámaras de vigilancia hasta proyectos de crédito social de acuerdo con el comportamiento de sus ciudadanos, un mundo donde los conceptos de privacidad y protección de datos personales se tornan difusos.
Un panorama tenebroso para los valores de la sociedad occidental, pero un panorama ideal para la lucha contra la propagación del covid-19.
Dentro del consumo masoquista de información que ha venido de la mano del encierro y el coronavirus, dos artículos con visiones de más largo plazo sobre lo que implica esta coyuntura me quitan el sueño. Uno en el Financial Times, del autor de moda, el israelí Yuval Noah Harari. Otro en El País, del filósofo Byung-Chul Han.
Desde enfoques distintos, ambos autores llegan a conclusiones similares. Entre ellas, que la “infraestructura para la vigilancia digital” de China y otros países asiáticos, junto con rasgos culturales ligados al colectivismo, les ha permitido afrontar de manera más efectiva esta crisis que Europa y EE.UU. A partir del monitoreo de la localización de celulares, cámaras con reconocimiento facial y obligando a los ciudadanos a reportar constantemente sus síntomas y temperatura corporal, China parece haber podido mitigar lo peor de la situación en su lugar de origen.
Hace años se viene hablando de ciertas ventajas competitivas que tiene China frente a EE.UU. en lo que concierne a tecnologías de la 4ta revolución industrial, y han podido demostrar en esta crisis que estas ventajas no son solo teóricas: las políticas del Gran Hermano pueden ser efectivas.
Muchos gobernantes estarán tentados a imitar aspectos del manejo chino de la crisis, a costa de la privacidad de los ciudadanos. Dirán que es temporal, que es por un motivo superior. Podrán tener razón, pero hay que ser escépticos: medidas temporales en tiempos de crisis suelen tornarse permanentes. ¿Recuerdan el 4 x 1.000?
Nuestras concepciones actuales frente a la privacidad y vigilancia penden de un hilo, estarán influenciadas por las decisiones de estas próximas semanas. Actuemos conscientemente acorde a lo que esto implica: ¿qué precedente queremos dejar?.
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