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David E. Santos Gómez
Columnista

David E. Santos Gómez

Publicado

El incendio de Estados Unidos

Por david e. santos gómez

davidsantos82@hotmail.com

Esta será una guerra sucia y de consecuencias impensadas entre un mandatario desquiciado y una población furiosa. Mientras las llamas del descontento social y el hartazgo recorren a Estados Unidos -de Nueva York a Los Ángeles y de Seattle a Miami- Donald Trump acelera su locura y se le ve sonriendo mientras empapa todo de gasolina. El asesinato a manos de un policía blanco del ciudadano negro George Floyd, destapó la ira de siglos de injusticia y racismo en un país que, para desgracia, es manejado por un irresponsable que aplaude a supremacistas blancos.

Las imágenes del fin de semana fueron contundentes. De un lado gente incendiando estaciones de policía y supermercados y, del otro, autoridades que disparan a manifestantes pacíficos y a periodistas. Al mismo tiempo, el presidente acusa a la izquierda de los desmadres y se vanagloria de la violencia estatal. “Cuando empiezan los saqueos, empiezan los disparos”, había dicho en un trino tan violento que fue censurado por Twitter.

Las denuncias de brutalidad policial estadounidense, principalmente contra los negros, se cuentan por miles y cada tanto un video pone de manifiesto que, en el país de las libertades, basta el tono de color para ser receptor de la ira institucional. Los manifestantes levantan su puño y exigen una transformación de fondo que no llegará. La policía, por su parte, marcha, amedrenta y aplasta.

Ahí entra Trump como un Nerón contemporáneo. Cuando el poder debería ponerse a disposición de la unidad, el republicano ahonda la grieta y busca beneficios políticos en un año electoral. Ni los más de 100 mil muertos por coronavirus, ni las protestas que llevan fuego a una decena de capitales, lo detendrán en su intento de subir en las encuestas. Adora radicalizar su discurso y mostrarse como un tipo rudo.

Porque a Donald Trump solo le importa Donald Trump. Ni el país, ni sus habitantes, ni mucho menos su partido. Fue elegido líder y se comporta como vengador. Al que tiene ideas distintas lo ve como un adversario que debe ser reducido a cenizas. Ese contrario, que a veces era Obama y los demócratas, a veces los fiscales o antiguos colaboradores suyos, es ahora el estadounidense que sale a las calles a reclamar justicia. El enemigo que el presidente quiere aplastar es el pueblo que juró defender.

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