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Juan David Ramírez Correa
Columnista

Juan David Ramírez Correa

Publicado

El orgullo paisa

Por JUAN DAVID RAMÍREZ CORREA

columnasioque@gmail.com

El video muestra a un señor con sombrero y carriel despotricando, mientras otro personaje desmonta la bandera multicolor que, por iniciativa de la Alcaldía y simplemente por unos días, ondeaba en el Pueblito Paisa en Medellín, como símbolo de respeto y tolerancia hacia la comunidad LGBTI. Luego, los tipos la botan a la basura, la sacan de la caneca de nuevo y la rompen a punta de cuchillo. El video cierra con una frase para enmarcar: “si esa comunidad quiere hacerse respetar, que respeten”.

Lo que sucedió fue indignante. Un acto de odio y discriminación. La rabia del pseudo-arriero del siglo XXI fue un ejemplo de la peor de las taras de esta sociedad: la ignorancia que hace a la gente intolerante.

Personajes como el montañero del video creen tener una superioridad sobre el orden social porque crecieron con el hierro entre las manos. Ese es el problema. Perjuran que reivindicar los derechos de una comunidad -como podría ser también la afrodescendiente, la cristiana, la protestante o la indígena- significa abrir la puerta a que se desborden los mares, el sol nos achicharre o caiga un meteorito sobre el parque de Berrío, porque la furia del universo no se hará esperar. El señor este, paisa berriondo, porque aquí “habemos antioqueños que nos hacemos respetar” (transcrito literalmente del video), estaba con miedo de que le cayera un rayo homosexualizador. Si sale el arco iris, ojo, siéntase amenazado...

A la larga, el rollo de fondo no fue bajar la bandera de Antioquia y cambiarla por otra. El problema es la ignorancia desmesurada que suscita el acto. Ignorancia que conlleva a la intolerencia y que deja todo servido para la violencia y el odio. Por eso, toca pedirle al intolerante que se culturice un poco. La bandera fue creada por el diseñador Gilbert Baker en 1978. Los ocho colores originales (actualmente, tienen menos) representan cosas necesarias para el mundo. El rosa, la sexualidad; el rojo, la vida; el naranja, la salud; amarillo, la luz del sol; el verde, la naturaleza; el azul, el arte; el celeste, la serenidad y la armonía, y el violeta, el espíritu humano. Suficientes significados para entender que no se trata de una cosa de maricas ni de lesbianas y muchos menos de irrespeto a otros símbolos, sino de tolerancia y convivencia en un mundo que tiende por la naturaleza desalmada del ser humano a desequilibrarse.

En un país que ha sido marcado por la violencia, ver manifestaciones de tolerancia hacia los que piensan diferente es progreso. En otras palabras, es un gran ejercicio de libertad, la misma que clama como un grito de júbilo el himno de Antioquia, otro de esos símbolos que quiso reivindicar uno de los retrógradas del video. Cuando eso pasa hay igualdad y respeto, algo que tanto le falta a este mundo. Ahí sí ¡que viva el orgullo paisa!.

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