Por rafael isaza gonzález
rafaelisazag@une.net.co
Amable lector. Según el texto bíblico Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: siento lástima por la gente que está conmigo y no tiene que comer. Luego les preguntó que cuántos panes había. Ellos le respondieron que siete y unos pocos peces. A continuación los mandó a sentarse y comenzó a repartir panes y peces; todos comieron hasta saciarse.
Entre los nuestros hay personas con hambre, otros están enfermos o sin empleo y algunos son ignorantes. Uno se imagina que un presidente es como Jesús y que los ministros son los apóstoles. Si él les preguntara a sus ministros cuántos recursos hay para ayudar a la gente, es probable que la respuesta correcta es que no sabemos; la otra sería que muy pocos.
Lo único cierto de un mandatario es que solo tiene cuatro años. Y como es casi seguro que no se repita el milagro de los panes, es forzoso trabajar y hacer trabajar a sus discípulos para conseguir el pan de los más necesitados.
Quien represente la primera autoridad del país, debería ocupar buena parte de su tiempo en conocer de cerca el origen de los recursos públicos; cómo se pueden mejorar y administrarlos con eficiencia y vigilar su destinación final.
No se requiere de mayor ilustración para comprender que muchos de los nuestros carecen de agua potable, vivienda digna, salud, educación, seguridad y que más de 2.500.000 colombianos, incluyendo profesionales, no tienen trabajo. Tampoco es difícil advertir que los ingresos del Estado no solo son insuficientes sino que algunas personas reciben en exceso y otras casi nada.
Un jefe de estado, cualquiera que sea, que obre con responsabilidad, debería insistirle a sus discípulos (ministros), para que le expliquen cuántos son los ingresos fiscales, sin incluir la venta de bienes ni los recursos de crédito. Bastaría tener un poco de curiosidad llegar al Estatuto Tributario.
Con este libro en sus manos, alguien debería señalarle varios de los artículos. Después de que los haya leído, una y otra vez, preguntarle si los entiende.
El crecimiento del país y el bienestar de la gente será muy lento, mientras no haya un régimen tributario simple, con pocas excepciones, que haga que la mayoría de las personas pague renta, así sea muy poca, y con tarifas que no alejen a los inversionistas.
De otra parte, no es posible ignorar el daño que hará el régimen de los aportes a la salud y pensiones (UGPP). Para muchos estos aportes por excesivos, más el impuesto de renta, los obligará a disfrazar sus ingresos. Hoy quien se ocupe del impuesto sobre la renta le es imprescindible consultar el régimen de los aportes a la seguridad social, incluyendo el régimen sancionatorio.
Cuando se esté redactando una reforma tributaria, que debería ser ya, además de los expertos se requieren dos personas más: una que redacte bien, como Lucila González de Chaves y otra que tenga sensatez en el mundo de los negocios.
Amable lector. Según el texto bíblico Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: siento lástima por la gente que está conmigo y no tiene qué comer. Luego les preguntó que cuántos panes había. Ellos le respondieron que siete y unos pocos peces. A continuación los mandó a sentarse y comenzó a repartir panes y peces; todos comieron hasta saciarse.
Entre los nuestros hay personas con hambre, otros están enfermos o sin empleo y algunos son ignorantes. Uno se imagina que un presidente es como Jesús y que los ministros son los apóstoles. Si él les preguntara a sus ministros cuántos recursos hay para ayudar a la gente, es probable que la respuesta correcta es que no sabemos; la otra sería que muy pocos.
Lo único cierto de un mandatario es que solo tiene cuatro años. Y como es casi seguro que no se repita el milagro de los panes, es forzoso trabajar y hacer trabajar a sus discípulos para conseguir el pan de los más necesitados.
Quien represente la primera autoridad del país, debería ocupar buena parte de su tiempo en conocer de cerca el origen de los recursos públicos; cómo se pueden mejorar y administrarlos con eficiencia y vigilar su destinación final.
No se requiere de mayor ilustración para comprender que muchos de los nuestros carecen de agua potable, vivienda digna, salud, educación, seguridad y que más de 2.500.000 colombianos, incluyendo profesionales, no tienen trabajo. Tampoco es difícil advertir que los ingresos del Estado no solo son insuficientes sino que algunas personas reciben en exceso y otras casi nada.
Un jefe de Estado, cualquiera que sea, que obre con responsabilidad, debería insistirles a sus discípulos (ministros), para que le expliquen cuántos son los ingresos fiscales, sin incluir la venta de bienes ni los recursos de crédito. Bastaría tener un poco de curiosidad llegar al Estatuto Tributario.
Con este libro en sus manos, alguien debería señalarle varios de los artículos. Después de que los haya leído, una y otra vez, preguntarle si los entiende.
El crecimiento del país y el bienestar de la gente será muy lento, mientras no haya un régimen tributario simple, con pocas excepciones, que haga que la mayoría de las personas pague renta, así sea muy poca, y con tarifas que no alejen a los inversionistas.
De otra parte, no es posible ignorar el daño que hará el régimen de los aportes a la salud y pensiones (UGPP). Para muchos estos aportes por excesivos, más el impuesto de renta, los obligará a disfrazar sus ingresos. Hoy, quien se ocupe del impuesto sobre la renta, le es imprescindible consultar el régimen de los aportes a la seguridad social, incluyendo el régimen sancionatorio.
Cuando se esté redactando una reforma tributaria, que debería ser ya, además de los expertos se requieren dos personas más: una que redacte bien, como Lucila González de Chaves y otra que tenga sensatez en el mundo de los negocios.