Hace dos siglos, Francisco José de Caldas decía en el Semanario de Nuevo Reyno ―un periódico que fundó con algunos compañeros de la Expedición Botánica― que si nuestro país no apoyaba el desarrollo de su industria y su capacidad de invención iba a convertirse en un país dependiente.
El sabio Caldas sostenía que el mundo se dividiría entre los países industriosos, que iban a crear grandes fábricas para producir los bienes que el mundo necesitaba, y los países dependientes, que iban a quedar relegados a producir las materias primas y a cultivar los alimentos que los países industriosos necesitaran. Y los dueños de la industria iban a ser los dueños del mundo.
Por eso pedía a los dirigentes del movimiento de independencia defender a los artesanos de los impuestos asfixiantes decretados por el gobierno español y apoyar las investigaciones de los científicos neogranadinos que trabajaban en la Expedición Botánica.
Pienso en las palabras de Caldas por los tres logros científicos y tecnológicos alcanzados por los investigadores de la Universidad de Antioquia y otros científicos de nuestro país durante las últimas semanas, en medio de la pandemia del coronavirus. Ninguno de ellos ha tenido en Colombia el despliegue informativo alcanzado por otras investigaciones científicas en el resto del mundo.
El primero ocurrió el 6 de abril, cuando un equipo de investigación en inmunovirología de la Universidad de Antioquia logró el aislamiento en el laboratorio del virus SARS-CoV2, que causa la covid-19. “Logramos identificar el virus que está circulando actualmente en Medellín, lo crecimos en el laboratorio y lo tenemos en un tubo de ensayo” dijo María Teresa Rugeles, líder del grupo que tardó dos semanas en aislarlo y desentrañar su mapa genético.
El segundo se hizo público a mediados de abril: la construcción de cuatro prototipos de respiradores mecánicos de operación sencilla y de bajo costo diseñados por médicos e ingenieros de la Universidad de Antioquia, Ruta N, el Hospital San Vicente, la Escuela de Ingeniería de Antioquia y la Universidad de la Sabana. Los ventiladores superaron pruebas en animales y humanos y están listos para empezar a ser fabricados en serie por Haceb, Auteco, Indumil, Challenger e Industrias Médicas Sampedro, cuando el Invima lo autorice.
El tercer hito es el llamado Protocolo Colombia, una nueva prueba para diagnosticar el SARS-CoV-2, en menos tiempo, y con un nivel de sensibilidad igual o superior a los tests internacionales aprobados por la OMS: el de París, el del CDC de EE. UU. y el de Berlín. Además, con la posibilidad de realizar un mayor número de pruebas en los hospitales de Colombia, a menor costo y con equipos menos sofisticados. La nueva prueba colombiana, además, ayuda a combatir los problemas de contaminación cruzada en el laboratorio debido a la manipulación de las muestras y puede aplicarse con equipos más sencillos y comunes que los que exigen las pruebas actuales.
El Protocolo Colombia fue el resultado de una investigación en la que participaron biólogos, microbiólogos, médicos, bacteriólogos, ingenieros y estudiantes de la Universidad de Antioquia, liderados por el profesor de la Escuela de Microbiología Gustavo Adolfo Gámez de Armas.
Gámez dijo que los protocolos disponibles actualmente “están dirigidos esencialmente a detectar los genes E, N y RdRP, componentes de este y otros coronavirus existentes. El Protocolo Colombia, en cambio, detecta unas secuencias genómicas exclusivas del virus SARS-CoV-2: las del gen S, el cual codifica para la proteína Spike”. Y como es un protocolo versátil, no dependeremos de la importación de los insumos necesarios para realizar las pruebas. Un conocimiento de validez universal, obtenido con recursos nuestros, para responder a una necesidad propia.
Sus palabras me hacen recordar las de Caldas sobre la dependencia: el atraso es no creer en nuestra capacidad de invención. No creer en nosotros mismos.