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El punto ciego

Por

ana cristina restrepo j.

redacción@elcolombiano.com.co

Una de las habilidades básicas en un curso de conducción es el dominio del punto ciego del retrovisor. Allí donde el ángulo de visión queda muerto, el riesgo es inminente. Nuestros ojos también tienen un punto ciego en el confín donde se pierde la sensibilidad óptica y se deja de percibir la luz.

El crimen organizado (llámese Oficina de Envigado, La Terraza, etcétera) ausculta la visión del Estado hasta el mínimo detalle: es un buscador incesante de su punto ciego, para actuar desde ahí. No se trata de caer en el análisis ramplón de la “falta de seguridad”: el Estado está ausente allí donde no hay parques, ni recreación, ni zonas verdes, ni bibliotecas, ni espacio público, ni una oferta educativa de calidad. Donde la salud se demora en llegar. Donde no hay dignidad en la prestación de servicios públicos (¡algo tan fundamental como el alumbrado público!). Y un largo etcétera con historia...

Por allá entre 1920 y 1951 se hablaba del periodo de las “Putas ilustres”, una suerte de Belle Époque parisina asentada en Lovaina. Artistas como Fernando Botero y Débora Arango plasmaron en su obra las escenas de caballeritos medellinenses que buscaban lugares reservados, con buen licor y muchachas bonitas y alegres, capaces de permitirse las licencias que sus esposas encopetadas se negaban en casa.

Pero al alcalde Luis Peláez, no le gustó: con el decreto 517 de 1951 expulsó a las prostitutas del sector y las mandó al barrio Antioquia. Al descentralizar el negocio, hizo del estigma una leyenda urbana. El auge del bazuco en los setenta, y la trasformación de prostíbulos en inquilinatos en los ochenta, se encargaron de extender la mácula.

Lovaina es parte de la comuna 4 (Aranjuez). Está situado cerca del Parque Norte, el Parque Explora y el Jardín Botánico; pese a ello, no goza de los beneficios de esa vecindad. La distribución urbana, las condiciones del tránsito vehicular y la inseguridad son obstáculos para que, por ejemplo, los niños puedan ir a jugar. Hablamos también de accesos restringidos (rejas, muros, personal de vigilancia y, en ocasiones, cobro por ingreso). Es por eso que, en estas calles empinadas, rodeadas de acacias amarillas y azucenos, los niños insisten en sacar sus arcos de fútbol...

En la actualidad, en Lovaina existen dos organizaciones que trabajan con las uñas por el bienestar del sector: la Corporación Amiga Joven y la Corporación Primavera-Talentos (sin acompañamiento ni financiación estatal o internacional). En esta zona de lavaderos de taxis, carpinterías, tiendas de barrio e inquilinatos carentes de políticas públicas, las señoras siembran sanjoaquines y camarón rojo en retazos verdes distribuidos por las aceras, y los señores madrugan con sus maletines de ventas ambulantes...

A las estructuras intocables de las bandas criminales les interesa que sectores como Lovaina permanezcan invisibles. Que persista la mácula.

Es preciso recobrar el discurso alrededor de Lovaina desde la inclusión, la solidaridad y las posibilidades; no desde el miedo y la estigmatización.

Dominar el punto ciego no es tan difícil. Es solo cuestión de girar la cabeza.

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