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Juan Gómez Martínez
Columnista

Juan Gómez Martínez

Publicado

El regalo de la paz

Antes, en otros gobiernos, con la excepción de los fatídicos períodos de Santos, la paz con los grupos armados, bandidos y criminales, se hacía sin que fuera un regalo para los delincuentes. Pagaban en la cárcel o en trabajos forzados, pero nunca con premios como curules, cargos públicos, consulados, embajadas y todos los honores posibles. De alguna manera tenían que pagar por los delitos cometidos.

Ahora la cosa es distinta, a los de la primera línea se les llama a diálogos con el presidente que tiene suficiente experiencia en temas de guerrillas, grupos armados, asaltos a embajadas, secuestros, amenazas y muchas cosas más.

A las guerrillas se les invita a dialogar para que impongan sus condiciones, como lo hizo el premiado con el Nobel de la Paz. Sería mejor el título de premio y entrega en lugar de paz. Ahora no se sabe si los disidentes están en el monte u ocupan curules y la guerrilla sigue entera y en su lucha. Yo diría que es lo segundo, la disidencia la conforman los viejitos que no aguantaban las dificultades del monte. Viejitos barrigones que no soportan caminar por la selva o en caminos difíciles (y lo digo por experiencia personal, ya no aguantamos esos esfuerzos). Señorones que se sienten mejor en sus curules sin mucho trabajo en beneficio del pueblo colombiano.

Tenemos que convencernos de que la democracia es así, el gobierno lo alcanza el que consiga más votos, así sea con empujoncitos de quienes escrutan y organizan las elecciones.

Digo todo lo anterior, porque no podemos caer en el mismo error que cometimos el año pasado. Los votos de los verdaderos demócratas, se dividieron entre varios candidatos, mientras el ganador, con no muchos votos, fue con un sólo partido unido y con ganas de poder. El error lo cometimos una vez y ahora no podemos repetir semejante equivocación frente a las elecciones regionales que se avecinan. Hay que recuperar el manejo del país, con los municipios y con las regiones. Tenemos que ganar en las principales capitales y en los departamentos más representativos de Colombia. La patria no nos perdonaría más errores.

De los errores cometidos, tenemos ejemplos en las principales capitales de departamentos. Bogotá, Cali y Medellín. En esta última sí que nos tenemos que arrepentir; elegimos o, mejor, eligieron a quien llegó con las intenciones perversas de acabar con todo lo positivo da la ciudad y lo está consiguiendo, con la complacencia de los organismos de control. Se aprobó, con suficientes firmas, el llamamiento a elecciones para la revocatoria. Este llamamiento no se ha cumplido y tiende a no cumplirse. En Cali, el alcalde se hace el que “yo no sé” y permite que los violentos se tomen la ciudad, a la que le han causado grandes daños, incluso con un niño muerto por no dejar pasar una ambulancia que llevaba a la criatura a un centro hospitalario para salvarle la vida. En Colombia, nadie paga por esas acciones delictivas.

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