Por Azucena Restrepo Herrera*
jmartinez@proantioquia.org.co
Antes de llegar a la presidencia de Proantioquia, tuve el honor de dirigir a San Vicente Fundación y sus entidades, los hospitales de Medellín y Rionegro, y Corpaúl. San Vicente es el principal centro hospitalario y docente de Antioquia y de los mejores del país y Latinoamérica, reconocido ampliamente por su sentido social y su rigurosidad científica. Fundado en 1912 por un grupo de empresarios liderados por Alejandro Echavarría Isaza, fundador de Coltejer, se construyó con la misión de ser el hospital de todos: “he resuelto fundar un hospital grande, pero tan grande, que tenga siempre la capacidad suficiente para albergar a cualquier hijo de Antioquia y de Colombia que lo necesite”. De hecho, el Hospital resultó ser tan grande que tenía mil camas hospitalarias, en una Medellín que solo tenía para la época 70.000 habitantes. Hoy, 108 años después, sigue siendo el Hospital con mayor capacidad del país.
El Hospital siempre ha sido privado en su conformación jurídica, pero mi paso por su dirección me hizo constatar que sin duda es el hospital más público de todos, guiado por un sentido superior de lo humano y lo social. ¿Quién no ha considerado que Policlínica o el Hospital Infantil son públicos, es decir, de todos los ciudadanos de Medellín? Además, por un convenio de docencia-asistencia, en alianza público-privada con la Universidad de Antioquia, lleva casi 100 años formando allí a los estudiantes de Medicina, Enfermería, Nutrición y Salud Pública y tiene en promedio 2.700 residencias al año, lo que lo hace el Hospital que más especialistas forma en el país.
Bajo este modelo histórico de acuerdos sociales y alianzas público-privadas, se han gestado los grandes proyectos de la ciudad y el departamento, de los que aún hoy depende su bienestar y desarrollo: las Cajas de Compensación Familiar, Proantioquia, el Hospital Pablo Tobón Uribe, el Aeropuerto José María Córdova, Metrosalud, Parque Explora, el Jardín Botánico, el Metro de Medellín, Ruta N, Buen Comienzo, el Museo de Arte Moderno, el Teatro Metropolitano, el Centro de Tecnología de Antioquia y muchas instituciones más.
Los hechos vividos recientemente en la ciudad, producto de decisiones inconsultas, socavan la confianza de la ciudadanía en sus instituciones y desconocen las prácticas de gobierno corporativo que han permitido consolidar estas alianzas e instituciones. Es necesario que, en este contexto, el diálogo público permanezca y se renueve, acompañado de una sociedad civil fuerte y empoderada decidida a exigir transparencia y rendición de cuentas. No podemos permitir que, en medio de la crisis del covid-19 que pone en riesgo los avances logrados en la ciudad y la región y amenaza con retroceder hasta 20 años los niveles de pobreza y desigualdad, se rompa la principal capacidad de Medellín y Antioquia para superar las crisis: el trabajo colectivo y articulado entre el sector público, la academia, el sector empresarial y el sector social.
Solo esta alianza interinstitucional, con una participación ciudadana fortalecida, pueden responder a las acciones recientes de la actual administración, que parece ignorar nuestra historia y que niega la importancia de la participación social y ciudadana a través del desconocimiento de las juntas directivas y de los acuerdos sociales históricos, como el no ingreso de la policía a las universidades o usar amenazas improcedentes como cortar los servicios públicos a las familias que no obedezcan las disposiciones de la Alcaldía. Detrás de estas medidas se esconde el verdadero riesgo: la pérdida de las libertades individuales y la amenaza al patrimonio público y social construido con el esfuerzo de más de cinco generaciones de antioqueños
* Presidenta Ejecutiva Proantioquia.