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Rafael Isaza
Columnista

Rafael Isaza

Publicado

El Tiempo perdido

Por rafael isaza gonzález

rafaelisazag@une.net.co

Amable lector. He dedicado muchos años al cuidado de las palomas mensajeras. Es por ello que tengo la costumbre de mirar el cielo en las noches, con la idea de advertir cuál será el estado del tiempo durante el día que envío las palomas a distancias de 600 km o más, confiado en que regresen al atardecer.

Nicolás Copérnico (1473 – 1543) astrónomo polaco, expuso la tesis que la Tierra gira alrededor del Sol y no como se creía antes, que era este el que giraba alrededor de la Tierra por ser el centro del Universo. Esta afirmación fue respaldada por Galileo Galilei, quien tuvo problemas con la Iglesia Católica por pensar diferente a los textos bíblicos.

Los campesinos suelen observar el momento en que la Luna está llena y se considera el tiempo de la menguante, que se prolonga por 15 días más. Es la época propicia para la siembra. La segunda fase es la creciente, que no es apta para la agricultura. Los mares se afectan con los movimientos de la Luna. Y algunos humanos se vuelven lunáticos.

Mirando con detenimiento los astros, surgen inquietudes sobre el origen del Universo y desde luego de la humanidad. Durante muchos siglos la Iglesia estimó la creación en cerca de cuatro mil años a. C. En 1987 los científicos Allan Wilson y Rebeeca Cann, escribieron sobre la relación del ADN con la arqueología, para concluir que la población del África era más antigua que el resto y que la humanidad no supera los doscientos mil años.

Mucho se ha escrito sobre Dios y el alma, en sentidos muy diferentes. El único día que me sobra tiempo es esperando las palomas desde La Guajira o desde Ecuador.

En fecha reciente con frecuencia se habla de la catedral de Notre Dame. Uno supone que se formó mediante miles y miles de piezas de diferentes formas y tamaños, que fueron ordenadas por una mano maestra, hasta tener un hermoso templo donde una multitud de personas van a meditar y otras a elevar una plegaria a un ser supremo.

Pienso que doscientos mil años son poco tiempo para comprender la evolución de los humanos y otras especies vivas. El Creador quizá al final estaba cansado de hacer tantas cosas. Tal vez, sin quererlo, nos dejó sin vestir, en contraste con la gran mayoría de los animales que nos superan en belleza. Cada uno con hermosos trajes de plumas de variados colores o finas pieles. Tan cierto es que él mismo les ordenó a los primeros seres usar una hoja de parra.

Para compensar este olvido nos dio la inteligencia. Lástima que muchos desarrollen más la capacidad de hablar que de pensar. No sé si la conciencia es la voz del alma, lo que sí es cierto es que en no pocas personas está tan poco desarrollada que parecieran no comprender el sufrimiento que causan a sus semejantes con sus actos de crueldad. También hay jueces con la conciencia atrofiada y corruptos que no se desvelan.

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