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Querido Gabriel,
Firme aquí, se puede ir tranquilo. ¿No tengo que pagar nada? No señor, está cubierto por la EPS. Había pasado una semana con mi mamá en la clínica. Entramos por urgencias con un dolor muy fuerte que resultó siendo una apendicitis con peritonitis y sus consecuentes cirugía y hospitalización. Pudo haber muerto antes de tiempo. Pero se salvó, o mejor, la salvaron los médicos pagados por un sistema de salud que, al menos para ella, fue todo menos un fracaso.
Como no supe cuánto costó el tratamiento, llamé a un amigo y me explicó que fueron mínimo $10 millones. La EPS Sura, una de las mejores del país y la mejor de Antioquia, se encargó de todo. La Clínica del Rosario una entidad sin ánimo de lucro que genera más de 2.000 empleos, presta servicios de primera calidad y solo espera a cambio sostener su operación y tener excedentes suficientes para seguir cuidando.
¿Conversamos sobre el inmenso valor del sistema de salud colombiano y de cómo mejorarlo? ¿Hablamos de lo avanzado por décadas y de cómo construir sobre lo construido?
Valoremos los datos de la salud en Colombia que, con todo lo que tenemos por mejorar, son asombrosos. Uno de los mejores sistemas de salud de América Latina según la OMS; entre los más oportunos de la OECD para lograr una cita o una cirugía; increíblemente eficiente, porque con $110 mil mensuales por persona presta servicios similares a los de países que invierten entre 10 y 20 veces este monto. Sumemos a esto que nuestro gasto de bolsillo, lo que deben pagar las familias, es mínimo.
Valoremos a las organizaciones que soportan el sistema. Las EPS mixtas, privadas y sin ánimo de lucro que salvaron miles de vidas en pandemia; entidades que saben contratar, dar citas, son expertas en tecnologías de la salud, bioética, gestión de redes y de riesgos.
Valoremos a las IPS, centros de salud, ESE, clínicas y hospitales, más del 90% privados, de empresas, fundaciones, cajas de compensación y comunidades religiosas. Por algo tenemos 26 de los 61 hospitales más importantes de América Latina. Estas instituciones son el resultado de un talento increíble y emergen en un sistema que, como tierra fértil, permite que florezcan para servirnos mejor.
Valoremos, además, las bases filosóficas del modelo. La noción de la salud como un derecho, sus coberturas casi ilimitadas, iguales para todos los niveles socioeconómicos. Celebremos sus amplias ambiciones que, aunque a veces hacen que la plata no alcance, nos han traído hasta acá y plantean una utopía que nos impulsa a continuar avanzando.
Reflexionemos, además, sobre sus fallas, evidentes gracias a la elevación de la consciencia pública; sus falencias en prevención, sus problemas de atención en zonas rurales y la insostenibilidad del régimen subsidiado. Veamos estos vacíos como tareas pendientes y no como pecados capitales, como desafíos para la inteligencia y no como resultado de acciones inmorales de un enemigo inexistente.
Hagamos una tertulia para hablar de mejoras y reformas. Tendamos puentes, tracemos caminos e iluminemos rutas de construcción entre el Gobierno y los demás actores. Resolvamos el dilema de atender los problemas sin destruir los avances, cuidemos lo que existe porque, como escribió Leila Guerriero: “De vez en cuando conviene recordar que lo que hoy está no estuvo siempre“.
Nota: Comfama es IPS y tiene una alianza con Sura EPS
