Por jorge barrientos marín
@jhbarrientos
La historia de Electricaribe comienza en 1998 cuando las electrificadoras de los departamentos de la costa Caribe conforman dos compañías: Electricaribe y Electrocosta, cuyo objeto era la distribución de energía. Por aquel entonces era habitual que las electrificadoras departamentales operaran con pérdidas. El fenómeno del Niño de 1997 agravó sus finanzas haciéndolas insostenibles. La solución fue una reorganización del sector de distribución de energía e implicaba la creación de las mencionadas empresas. En el año 2000 la española Unión Fenosa compra a la norteamericana Houston Electric la participación que esta tenía en Electricaribe y Electrocosta. En 2007 ambas empresas se fusionan quedando solo Electricaribe. En 2009 Gas Natural se queda con la totalidad de Unión Fenosa, lo que da surgimiento a la poderosa Gas Natural-Fenosa (hoy Naturgy). Los directivos de Gas Natural no imaginaban la pesadilla que se avecinaba adquiriendo a Fenosa.
Existen múltiples factores a lo largo de los años que han hecho que Electricaribe opere a pérdida y preste un mal servicio. Estos van desde el político, el técnico, el climático, el institucional, el idiosincrático, el económico y el regulatorio, no puede descartarse la corrupción, como tampoco equivocadas decisiones empresariales.
El factor político ha sido determinante. Los dirigentes de la costa atlántica en lugar de propender por soluciones concertadas que condujeran a mejorar la operación de la empresa, optaron por empujar a la ciudadanía a protestas, que en algunos casos gestaron ataques a la sede de Electricaribe. Esto generó un pésimo ambiente hacía la compañía por parte de la comunidad.
Un factor importante para el pobre desempeño de Electricaribe es que la construcción de las redes y subestaciones de las antiguas electrificadoras se hizo, presuntamente, con sobrecostos y materiales de dudosa calidad. Problema que naturalmente hereda Electricaribe. Además, las inversiones posteriores (mejorar la red y construir subestaciones) para mejorar el servicio tampoco se hicieron. Como problema adicional está la extensa longitud entre circuitos de la red, que incrementa la probabilidad de fallo, aumenta las pérdidas técnicas y, sobre todo, las no técnicas, esto es, los robos que implican pérdidas millonarias, un fenómeno presente en todos los sectores y estratos.
La capacidad de prestación del servicio de Electricaribe se ve además desbordada por una creciente demanda debido a tres factores: el clima caluroso casi todo del año, el tamaño y la pobreza que asuela a la mayoría de los hogares en la costa, que al tener electrodomésticos obsoletos requiere mayor consumo de energía para su funcionamiento. La incidencia de la pobreza en la región es crucial para la viabilidad de Electricaribe: cerca del 80% de los usuarios de Electricaribe son de estratos 1 y 2, barrios subnormales (invasión) y áreas de muy poco desarrollo.
El problema de Electricaribe está en el contexto adverso de su origen, lo financiero parece el menor de ellos, la solución a los problemas de la compañía pasa por cambiar puntos críticos que hoy parecen inamovibles, como la débil institucionalidad, la idiosincrasia –usuarios proclives a creer que solo tienen derechos, pero no deberes–, al robo hecho cultura, y la politización del problema de prestación del servicio de energía. Además, buena parte de la población atendida es pobre e influenciable por los dirigentes y políticos de la región.
Electricaribe es el fracaso de unos empresarios que buscaban beneficios prestando un servicio, pero también lo es de una sociedad de doble moral que acepta a conveniencia la corrupción en todas sus formas, es el fracaso de una clase política oportunista que en contubernio con los gobernantes de turno dejaron convenientemente envejecer un problema que pudo resolverse años atrás con una política transparente, de cara a la sociedad y las instituciones.