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Juan Luis Mejía Arango
Columnista

Juan Luis Mejía Arango

Publicado

ELEGÍA DE LA RECONCILIACIÓN

Por

Juan Luis Mejía Arango *

redaccion@elcolombiano.com.co

En octubre de 1977, la España posterior al franquismo se hallaba sumida en una profunda crisis económica y abocada a realizar reformas políticas de fondo que permitieran encauzar el país por las sendas de la democracia. Fue en aquel mes cuando se presentó un hecho político impensable hasta entonces en la nación ibérica: un acuerdo entre las más radicales posturas políticas alrededor de aspectos fundamentales del futuro de España. Ese convenio se conocerá como el Pacto de la Moncloa y fue suscrito por representantes de posturas tan opuestas como Santiago Carrillo, del Partido Comunista; o Manuel Fraga Iribarne, exministro de Franco.

Un año más tarde, y muy lejos de la Moncloa, el pintor abstracto norteamericano Robert Motherwell celebraba ese gesto político y concluía su impresionante serie Elegía a la República Española con una monumental obra a la que dio el poético título de Elegía de la Reconciliación. Este conmovedor cuadro se encuentra exhibido en uno de los pasillos del segundo piso de la National Gallery, de Washington D.C.

Es oportuno recordar el Pacto y la Elegía en el momento coyuntural que vive el país. Los colombianos confiamos en que se logre un consenso que permita la firma de un acuerdo de paz entre el Estado y el grupo insurgente de las Farc. No obstante, parece que el ya largo proceso de diálogo está concentrado en aspectos instrumentales, sustanciales sí, pero que hacen olvidar el objetivo final del proceso de paz: la reconciliación entre los colombianos luego de décadas de una lucha fratricida.

Sin embargo, son muchos los ciudadanos que nos hacemos estas preguntas: antes de lograr un acuerdo con los grupos insurgentes ¿no es posible una reconciliación entre nuestros dirigentes políticos? ¿No es el mejor escenario para las Farc un posconflicto con la dirigencia dividida en bandos irreconciliables? ¿El ejemplo del vecino no nos hace reflexionar? ¿Podemos esperar gestos de grandeza?

Dos generaciones atrás y veinte años antes del Pacto de la Moncloa, los partidos tradicionales colombianos pusieron fin a sus diferencias y suscribieron la Declaración de Benidorm y el Pacto de Sitges. Los peatones comunes y corrientes esperaríamos de la dirigencia un gesto similar al de 1956. Como preludio y ejemplo de una reconciliación posible, veríamos con gran simpatía cómo se atempera el lenguaje, cómo se mitigan los ánimos, cómo se anteponen los grandes ideales colectivos a las diferencias individuales.

La historia ilustra momentos en los cuales una dirigencia interpreta de manera adecuada el espíritu de los tiempos y logra acuerdos que permiten a una nación encauzar por la senda de la democracia y la prosperidad. Pero están también los ejemplos de dirigencias autistas cuyo actuar lanzó a sus sociedades por el desbarrancadero.

Esperanza es esperar con optimismo. Ojalá que algún día, no muy lejano, un gran artista colombiano, inspirado en el momento que viva el país, se enfrente ante un gran lienzo para plasmar una nueva Elegía de la Reconciliación.

*Centro de Fe y Culturas.

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