Por david e. santos gómez
En dos semanas los españoles irán a las urnas para sus elecciones generales. El Partido Socialista, en gobierno con Pedro Sánchez desde hace diez meses, pretende refrendar con votos el poder que obtuvo tras una moción de censura contra el Partido Popular y el desastroso mandato de Mariano Rajoy. Parece que va a lograrlo.
Las últimas encuestas muestran un avance sostenido de la izquierda. El PP, por el contrario, se estanca en un segundo pero lejano lugar lastrado por los recuerdos de su mal manejo del Estado y la trama de corrupción extendida y vergonzante en la que se vio atrapado en los últimos años. Fue una red oscura que tocó de cerca a los que estaban en el Ejecutivo en ese entonces.
Lo que las votaciones de este próximo 28 de abril pueden demostrar, además, es la consolidación de los dos partidos históricos, después de un lustro en el que Podemos desde la izquierda y Ciudadanos desde la derecha, amenazaron con dar un vuelco total al mapa. Ahora sus listas, aún con un peso indudable, están muy lejos de pensar que la silla presidencial está a su alcance. Serán fundamentales para la organización del nuevo gobierno, pero no como protagonistas. Quizá la sorpresa más grande de las urnas no esté relacionada con ellos y sí con el ascenso de Vox, un partido de extrema derecha que viene cosechando seguidores con arengas racistas.
De confirmarse las últimas mediciones el caso más dramático será el de Podemos, encabezado por el muy conocido Pablo Iglesias, una colectividad nacida del seno de los inconformes del 11M que se ha visto disminuida por sus peleas internas, públicas y escandalosas, sus contradicciones discursivas e incluso su viejo apoyo antipático y pedante al régimen chavista que ahora tratan de rebajar a una simple coincidencia de ideales del progresismo. Siguen siendo una colectividad de primera línea, pero ya no son los políticos independientes de moda.
El termómetro ibérico será fundamental para Europa. En momentos en los que el viejo continente se centra en las consecuencias de un azaroso Brexit, lo que digan los votos españoles será clave para ver el panorama político venidero. El dibujo más posible es una izquierda moderada, tapón de los discursos más alarmistas, que se perfila como estandarte con Francia y Alemania de la recuperación de la Unión. Sánchez ha demostrado que quiere y puede hacerlo.