Lina Moreno Mejía se ha caracterizado, desde siempre, por su prudencia, sencillez y tranquila elegancia en todos sus actos. Mucho ha pasado en la vida de Lina, pero ella sigue siendo la misma. No la cambiaron ni los triunfos y honores recibidos por su marido, Álvaro Uribe Vélez, ni tampoco las duras traiciones, ni la persecución contra él orquestada por las guerrillas de las Farc y sus amigos, nacionales e internacionales, antes y después del acuerdo de La Habana. Ella es, y con toda seguridad continuará siendo, una persona ecuánime. Eso la convierte en la roca en medio de la tormenta.
Sucede que Uribe Vélez, durante su carrera política, especialmente durante sus 8 años como presidente, estuvo a punto de acabar con las Farc. Y eso jamás se lo perdonarán los narcotraficantes. Contra él engendraron un odio macabro, que les come la piel y les quiebra los huesos.
¡A un enemigo tan capaz y dedicado, hay que acabarlo! ¡Hay que destruirlo a lo que dé! Sus enemigos comprendieron que, para tal efecto, deberían reclutar a jueces, profesores, estudiantes, militares: quienes fueran necesario y se prestaran, por motivos políticos u otros menos “pulcros”.
Entonces comenzó la campaña más miserable de desprestigio contra el expresidente. A Uribe le han inculpado cuantos crímenes han sucedido en el país. Los atroces “falsos positivos”, en lo que no tuvo absolutamente nada que ver, los crímenes de los paramilitares y todo el malvado inventario creado por sus enemigos. Con la astucia y los dineros amasados por ellos del narcotráfico y los secuestros, estos criminales montaron una eficaz campaña de calumnias y exterminio contra Uribe Vélez.
Hoy, Lina Moreno enfrenta quizá el mayor reto de su vida. Ese presentimiento que ella expresó el último día de gobierno de su marido, cuando dijo: “A Álvaro le van a cobrar muy caro lo que hizo por este país en ocho años”, se ha cumplido. Lina y su familia afrontan la perdida de libertad del expresidente, dictaminada por la Corte Suprema de Justicia, en un caso plagado de sospechosas irregularidades. Por la manera como dicha Corte ha actuado, parece ser claro que la debida presunción de inocencia de Uribe Vélez ha sido destruida y su caso ha sido prejuzgado.
Con la sensibilidad que la caracteriza, Lina ha escrito una carta en defensa de su marido. Habla de su dolor, de los jueces que, como todo ser humano pueden ser “influenciados”. Se apoya en la filosofía que ama para expresar su rechazo al odio que se ha tomado a Colombia. Es una carta digna y muy personal.
Que quede claro, Lina Moreno no está sola, las mayorías estamos con ella.