viernes
7 y 9
7 y 9
Querido Gabriel,
Te confieso que en estos días he sentido miedo y ansiedad. ¿Será porque se nos sumaron tantas adversidades? Tememos perder nuestra vida y salud o las de quienes más amamos. Sufrimos por la eventual inseguridad económica. Igualmente, nos tomó por sorpresa la angustia ante un presente que demanda cambios diarios y una altísima incertidumbre ante el futuro. Cualquier ilusión de control que pudiéramos tener se esfumó en pocas semanas. ¿Era Benedetti el que decía que cuando finalmente teníamos claras las respuestas, nos cambiaron todas las preguntas?
Asusta vernos en el espejo de nuestra fragilidad. “Recuerda que eres mortal”, les decían a los guerreros romanos en el momento más celebrado de su victoria. Hemos descubierto que somos precarios, cada uno como individuo y nuestro sistema social como un todo. Sin embargo, escuché esta semana una bella frase de Faulkner: “Usted puede estar asustado, pero no puede tener miedo”, porque el miedo paraliza. ¿Conversamos sobre por qué y cómo ser estoicos, como lo define el diccionario: “Fuertes y ecuánimes ante la desgracia”?
Esta semana escuché a Ronald Heifetz, el profesor de Harvard, quien tiene la habilidad para ver las cosas con una amplia perspectiva. “A veces es necesario salirse del baile e irse a observarlo todo desde el balcón”. Habla de tres fases en una crisis: preparación, emergencia y adaptación; y dice que una de las características más singulares de la que vivimos ahora es la larga duración de su fase de emergencia. Estamos acostumbrados a emergencias de horas, tal vez días; pero meses o quizá años, si miramos lo socio económico, representan algo completamente nuevo para nuestra generación. Eso implica un doble reto: nos debemos adaptar cada día durante la emergencia y, apenas se estabilice el paciente (el mundo), estar listos para adaptarnos de nuevo. No podemos luchar contra la complejidad y la incertidumbre, sino hacer todo lo posible por aceptarlas. Los estoicos recordaban que es mejor tener una voluntad flexible que una “voluntad de hierro”. La flexibilidad es una de las más poderosas formas de la fuerza.
¿Crees que ahora necesitamos un liderazgo estoico? Como el de Marco Aurelio, el emperador, precisamente en la época de la plaga Antonina. Que inspire confianza, que recuerde los lazos que nos unen. Que cuide a los demás con todas sus energías, de todo sufrimiento, pero jamás de la verdad. Que sea humilde, que enfrente la incertidumbre con persistencia, fortaleza y realismo. Que pueda decir que se van a perder empleos, que va a morir gente, que se quebrarán empresas, pero que, sin embargo, haremos todo lo posible, con convicción y decisión, por minimizar ese daño, juntos. Necesitamos, igualmente, historias de posibilidad, sin perder el sentido de urgencia, para generar tensión positiva, creadora.
Del estoicismo, propongo dos claves más para inspirar la tertulia. La primera, que todos debemos prestar un servicio cívico, ser útiles para el colectivo, a pesar de la tendencia humana a cuidar lo propio. La segunda, que cultivemos la calma y la templanza en ese lugar secreto que ellos llamaban la ciudadela interior, nuestro santuario particular de silencio, porque, como escribió el mismo sabio emperador: “Las cosas por sí solas no nos pueden tocar el alma”.
* Director de Comfama.
