Querido Gabriel,
Estoy embrujado por una idea, por un grupo de personas, por un lugar, por una manera de relacionarse con la sociedad. Aunque la palabra se use para otro tipo de situaciones, te confieso que estoy enamorado de un museo, me enamoré del Parque Explora. Quisiera que hablemos de lo que allí sucede, de lo que desde allá se irriga y que reflexionemos sobre el tesoro que tenemos en esta joven organización y cómo esta riqueza puede aportar en la construción de la sociedad que queremos y podemos ser.
Todo comenzó con Rafael, su primer director, y su idea de “existir antes de existir”. Sin tener lote, ni aún diseños, las conferencias de ciencia en bicicleta nos mostraron que el conocimiento puede ser divertido y bello. Nos acercaron a los científicos y a las ideas más complejas con cariño y simplicidad. ¡Descubrimos a Wagensberg enseñando la importancia de las preguntas por encima de las respuestas en un salón prestado para la ocasión! Buen presagio para un museo que no estaría limitado nunca a ser solo un edificio.
Por otro lado, entrar en ese lugar extraño y colorido es una aventura sensorial y emocional. Recuerdo una vez que fui con un grupo del trabajo y nos invitaron a recorrerlo. Guardo una foto de esa visita, ahí estamos, jugando con la física con esa sonrisa que solo surge cuando descubrimos algo por nuestros propios medios. En estos días, leyendo una conferencia de Melguizo, supe de qué se trató ese momento inolvidable: “¡Ustedes son los y las responsables de los orgasmos culturales!”, les decía a cientos de personas de museos del mundo.
Melguizo dijo cosas en su conferencia que Explora encarna como parte de una manera natural de existir, porque sus líderes lo han tenido claro, tienen un ethos contundente. “(Los museos) deben construir un relato que interpele, no que dé certezas”, “La cultura y la política son dos caras de la misma moneda”, “los museos deben alimentar otros discursos, hacerlos visibles”, “el museo debe ser un ágora”. Viene a mi memoria una noche mágica en uno de los primeros festivales del Hay Verde: ¿Podremos vivir eternamente? Es una pregunta que me sigue rondando.
Pero la cristalización final de este amor fue con la reciente campaña de “Los más bellos insultos”. Andrés, Ana y su equipo nos mostraron que detrás de algunas palabras que utilizamos con la intención de herir, hay muchos milagros de la naturaleza. Qué bueno que la inclusión no se enseñe con “cantaleta” sino con inspiración, humor y belleza. Creo que quien haya visto esos textos y esas imágenes, no podrá volver a decir con rabia o amargura “mariquita”, “zorra” o “burro”. Supimos que “ser una gallina significa tener asegurada la capacidad de conquistarnos para siempre”. Aprendimos, además de un poco de biología, que estas palabras son, en esencia, piropos que pocos merecemos.
¿Será que todos podemos ser un poco como Explora? Femeninos porque acogemos sin intimidar, alegres sin chabacanería, elegantes sin ostentación, profundos sin afectación, comprometidos con nuestra comunidad sin parroquialismos. ¿Será que como Explora aprenderemos a incluir sin rabia, a cuestionar sin ofender, a proponer sin pontificar? Tal vez en lo que han descubierto y en cómo viven y trabajan en esta tribu de gente entusiasta, idealista y creativa esté parte de nuestra mejor identidad para el futuro.