Por Máriam Martínez-Bascuñán
Esta semana contemplamos atónitos cómo los gigantes tecnológicos silenciaban al presidente de Estados Unidos. Vistas sus formas fascistoides, muchos sentimos el impulso de celebrar la decisión, pero la realidad es que resulta inquietante comprobar el poder de Zuckerberg y sus acólitos. Se refuerza la idea de que el dinero está por encima de la democracia y que los gigantes de Internet son los nuevos mediadores. Son, desde luego, malas noticias, pues los mediadores tradicionales...