Si alguien ha hecho algo importante por Medellín es Fernando Botero, quien cumplirá sus noventa años de vida el próximo 19 de abril. El maestro merece todas las felicitaciones de un pueblo agradecido por lo que ha recibido del artista más importante del mundo.
La donación que el maestro Botero le ha hecho a Medellín, no tiene comparación en el mundo. Veintitrés esculturas monumentales que adornan la plaza de su nombre, no se encuentran en parte alguna. La donación de varias salas que enriquecen el Museo de Antioquia, sirve de ejemplo de desprendimiento. Nadie podrá compararse con nuestro mejor ciudadano.
Quiero contar algo personal, que sirve como ejemplo de lo que ha significado el desprendimiento del maestro para engalanar a su ciudad natal. Hace unos años, siendo yo senador de la República, me citaron a la Corte Suprema de Justicia para responder a una acusación de quien me sucedió en la alcaldía en el 2001. Se trataba de un supuesto caso de detrimento patrimonial. Me dice el magistrado, más o menos lo siguiente: “¿Usted tumbó un edificio nuevo, que todavía no se había estrenado?” Si es cierto, yo tumbé ese edificio, contesté. “Ese edificio costó 1.200 millones de pesos, lo que significa un detrimento patrimonial. ¿Usted que dice”? Es cierto que costó 1.200 millones de pesos. Pero en ese lugar, pusimos 23 esculturas monumentales del Maestro Fernando Botero. Y una de esas esculturas, solo una, vale más de 1.200 millones de pesos. Hasta allí llegó la investigación. No había tal detrimento patrimonial. Gracias al desprendimiento y amor por su ciudad, el Maestro enriqueció a Medellín. Eso nos muestra lo que significó la donación de Botero para nuestra ciudad, su ciudad de nacimiento.
A propósito de la demolición de ese edificio, nosotros, alcalde y funcionarios de la alcaldía, tumbamos toda una manzana al frente de lo que sería el Museo de Antioquia, para construir la Plaza Botero, que hoy es lugar de visita obligada para todos los turistas que llegan a Medellín. El edificio que ocupa el Museo fue entregado por el gerente de EPM, Ramiro Valencia, por un valor simbólico, lo que nos permitió ocuparlo como el nuevo Museo de Antioquia.
Para corroborar el grado de desprendimiento y de amor por su ciudad, del Maestro, debo contar otra historia: en la inauguración del nuevo museo llevamos a las orquestas juveniles de los barrios de Medellín, para rendirle un homenaje a Fernando Botero. Estaba el maestro al lado del arquitecto Tulio Gómez Tapias, quien se encargó, en forma gratuita, del acondicionamiento del nuevo edificio. El Maestro le preguntó a su vecino, por qué los niños se pasaban el violín del uno al otro al terminar una interpretación, Tulio le dijo que no tenían instrumentos suficientes. Fernando Botero le dijo a su vecino que regalaría unos violines. No regaló violines, a los pocos días llegaron cinco orquestas completas para esos niños que no contaban con los instrumentos suficientes.
Todo lo anterior, museo, plaza e instrumentos, se le deben al desprendimiento de quien cumple sus noventa años y a quien debemos estar agradecidos todos los colombianos. Me tomo la vocería de un pueblo agradecido. Gracias Maestro