Las campañas políticas para el Congreso, y más aquellas para la Presidencia, valen mucho dinero. Hay que presentar ingresos y egresos para saber de dónde salen los recursos y a dónde van a parar. Todos los candidatos a cuerpos colegiados o a cargos en el ejecutivo deben declarar ingresos y egresos, además de justificar su procedencia. Eso es transparencia.
Se opaca la situación y se pierde dicha transparencia cuando esos datos se esconden y no se expone su procedencia y su destino, así no hay claridad. Con eso se consigue, si es que se declara, que el debate electoral sea confiable para lograr el voto de los ciudadanos. Si se esconde y no se manifiesta, se presentan las dudas.
Se ha conocido que los diferentes candidatos exhiben semanalmente sus cuentas, ingresos, procedencia y egresos. La excepción es el candidato Gustavo Petro. Hasta donde se sabe, este candidato no las ha presentado. Él ha recibido, en tiempos anteriores, bolsas llenas de dinero en efectivo y por debajo de la mesa y hay que suponer que, a pesar de lo público que se presentó, estos dineros embolsados no se han declarado.
¿Podrá manejar las cosas del Estado una persona que recibe dineros por debajo de la mesa y en bolsas sin que sean declarados?
No es que el candidato de la extrema izquierda sea una persona que vive con dificultades económicas. Tiene su residencia, grande y cómoda, en un barrio de clase alta de Bogotá. No ha dado muestras de vivir con afugias de dinero como para decir ¡pobre Petro!
No es solo lo anterior, que no ha declarado. Lo grave es lo que ha hecho como administrador de los asuntos del Estado. Ya mostró, en la Alcaldía de Bogotá, que es incapaz de manejar las cosas del sector público. Y hay ejemplos:
Importó unos carros compactadores de basura oxidados y nunca dio razón de cómo lo hizo, cuánto le costaron al Distrito, por intermedio de quién hizo el “negocio” para la capital. Además, nunca fue investigado. Igualmente, importó un gigantesco carro tapahuecos que no funcionó, que solo sirvió para tomarse una foto con el vehículo de fondo. El problema de las basuras se creció durante su administración en Bogotá, con lo que mostró su incapacidad para manejar las cosas del Estado.
Cómo será de incapaz Gustavo Petro para la administración pública y cómo serán sus arbitrariedades que su mentor, su exjefe, Antonio Navarro Wolff, quien le aceptó formar parte de su gabinete, no aguantó ese desastre administrativo y prefirió renunciar al cargo que le había entregado como reconocimiento a su jefatura.
Los colombianos no nos podemos equivocar, estamos en un gran peligro de caer en manos de un incapaz de gobernar y en manos de un personaje que deja muchas dudas.
Lo primero que le debemos exigir a Petro es claridad en su contabilidad. Que nos cuente de dónde salieron los recursos para comprar sus propiedades, de dónde precedía la bolsa con gran cantidad de dinero, cómo son sus relaciones con nuestro vecino Maduro y qué compromisos tiene con él.
Mucho ojo a las elecciones presidenciales, no nos podemos equivocar