El gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez inició con la euforia de los sectores sociales que históricamente habían sido excluidos del ejercicio del poder, los cuales consideraron que llegaban ahora al poder —así lo interpretaron muchos, por diversas razones—. Pero, concluido ese momento de válido regocijo, se trata de volver a la realidad del inicio del gobierno y los desafíos que tiene por delante.
Comienza a correr el reloj del primer “corte de cuentas” que tradicionalmente se acostumbra hacer en nuestro país, los primeros cien días de gobierno. Y, claro, también inicia la transición de los cambios —de las personas al frente de las responsabilidades públicas o, como le atribuyen a Alfonso López Pumarejo, de “los transitorios ocupantes de los vehículos oficiales”; de las primeras medidas de políticas públicas, de los estilos acerca de cómo se va a gobernar, de la capacidad de tolerancia con los críticos y opositores y, desde luego, de las expectativas que tienen los sectores sociales que acompañaron el proyecto político ganador: respuestas así sean parciales a sus demandas sociales—. En algunos casos se puede tratar de transiciones de corto tiempo; en otros, de transiciones de períodos más largos y complejos.
Ya empezó el presidente Petro a tener su primer examen crítico acerca del equipo ministerial que lo acompañará, en lo cual podemos decir que, en general, el resultado ha sido relativamente positivo; ahora vendrá la segunda parte, que tiene que ver con la forma como cada uno de los ministros comenzará a gestionar su sector y, especialmente, cómo se van a realizar los necesarios cambios que conlleva una renovación de los equipos técnicos y políticos.
Igualmente, hay dos campos de políticas públicas que comenzarán a estar en la controversia pública. El primero, el proyecto de reforma tributaria, tema siempre controversial por muchas razones: la primera, la desconfianza ciudadana en el pago de los impuestos, en la medida en que no hay certezas acerca del buen uso que se dará a los mismos, lo que se ha agravado en el pasado reciente con el incremento desmedido de las prácticas corruptas y la tendencia a ser “muy generosos” con los recursos públicos; la segunda, por el análisis acerca de qué sectores en concreto va a afectar lo que finalmente se apruebe en el Congreso, especialmente de sectores medios de la sociedad; la tercera, por el análisis de cómo el contenido final de la reforma tributaria pueda afectar el comportamiento macroeconómico y a sectores empresariales que pueden estimular el empleo y el crecimiento económico. Esto va a ser en los próximos dos o tres meses un tema de controversia en medios de comunicación, redes sociales, foros y espacios de análisis.
El segundo campo que estará en la controversia pública es la reanudación de contactos con el Eln, tema de alta complejidad porque se trata en estos momentos de la guerrilla activa más antigua del subcontinente latinoamericano, con una larga experiencia de acercamientos y conversaciones preliminares con diversos gobiernos. Por ahora hemos conocido algunos análisis de su primer dirigente, Antonio García, quien critica la denominada “paz total” del gobierno de Petro, cosa que no debería extrañar a nadie porque se trata de la opinión de un comandante insurgente con diferencias de forma y de fondo con el gobierno; pero también se ha señalado que se trata, a juicio del Eln, de reanudar las conversaciones donde habían quedado, sin mezclarlos con otros grupos y donde la perspectiva del cese de fuego bilateral vendrá en su momento si todo anda bien.