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Luis Gonzalo Mejía
Columnista

Luis Gonzalo Mejía

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¿Hacia dónde va Medellín?

Por Luis Gonzalo Mejía Cañas

lgm@une.net.co

Termina su período el Dr. Federico, dejando un recuerdo agridulce. Un punto importante de su administración fue el impulso que le dio a la construcción de andenes y de ciclorrutas, aprendiendo de los errores cometidos –por ejemplo, la ciclorruta 76 en Laureles, aun inconclusa– y los corredores verdes, que de mantenerse y ampliarse, embellecerán y le darán frescura a esta ciudad.

En la nuestra realmente coexisten dos ciudades: la primera, la virtual, de unos pocos, encabezada por las autoridades municipales, que gastan enormes presupuestos en publicaciones con rimbombantes títulos como: “Medellín es el epicentro de la revolución del talento” (La República, 27 de junio), y la segunda, la ciudad real, la de la mayoría, la que sube escalas empinadas y viaja en buses y metros apeñuscados, muchas veces sin tener servicios públicos.

En este mundo de cannabis y artilugios, es hora de mirar hacia adelante y reflexionar si ese camino de la autoproclamación de Medellín como el epicentro mundial del talento, si es el acertado, perdiendo de vista que atrás vienen otros empujando y que, por ejemplo, la constitución del Área Metropolitana del Oriente, tendrá profundas implicaciones en el futuro de Medellín.

Ojalá prontamente, todo ese costoso epicentro de talento le aporte realmente soluciones a la ciudad, pues los problemas, entre ellos los de la vulnerabilidad sísmica de las casas de la segunda ciudad, siguen ahí, como si nada, solo arañados. Y, en esta reflexión, sería conveniente no olvidar que, en general, las obras de estos ciudadanos de la primera ciudad no son acertadas: las bibliotecas inservibles, la solución glorieta 33 – túnel y los Parques del Río, construidos allí mismo donde se concentra el poder de esa primera ciudad, que petulante recibe estas obras con muros de contención permeables, por los cuales brota el agua, lo cual no se aceptaría en ninguna otra ciudad del mundo, por más pobre y atrasada que fuera.

Lo que sí es cierto, es que la señalización de la ciudad –que es el primer paso que se debe dar para salir de la anarquía que crispa los nervios de los ciudadanos–, sin materas en media vía, la siembra de árboles y plantas, la construcción de andenes peatonales y de vías para bicicletas, escúteres y monociclas –que deben hacerse respetar con autoridad– harán que Medellín avance, para evitar que, de pronto, en un futuro, deba terminar trasladándose al valle de San Nicolás, al haber fracasado como ciudad.

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