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A pesar de la elevada inflación —en máximos de 41 años, en el 8,5 % de marzo pasado—, de la inestabilidad global, de los problemas de suministros o de la crisis energética, que han derivado en un retroceso del PIB estadounidense del 1,4 % en el primer trimestre del año, la primera caída tras el estallido de la pandemia, los números absolutos del mercado laboral estadounidense son mastodónticos y se encuentran en cifras récord. Un buen ejemplo son los puestos de trabajo vacantes, que alcanzaron en marzo el récord de 11,5 millones de empleos disponibles, frente a los 11,34 millones de febrero, una cifra nunca vista que habla a las claras de la necesidad de fuerza laboral de la mayor economía del mundo al margen de bloques, como el que conforma la Unión Europea. Los datos del pasado marzo son 3 millones de puestos de trabajo adicionales a los 8,4 millones de empleos vacantes en marzo de 2021, según los datos del Departamento de Trabajo de EE. UU. Las listas de desempleados se encuentran, además, en su menor nivel en 52 años en la primera semana de abril, lo que refuerza las condiciones ajustadas del mercado laboral. La aguda escasez de mano de obra, especialmente cualificada, está logrando mantener los despidos muy bajos, lo que también alimenta la inflación y constriñe la posibilidad de que la Reserva Federal lance una decidida política expansiva.
El número de puestos de trabajo vacantes en Estados Unidos en el mes de marzo supone 1,9 puestos disponibles por cada desempleado. En el sector privado, el número de empleos vacantes aumentó hasta 10,5 millones de puestos libres, mientras que en el sector público hay 1,04 millones de puestos sin cubrir.
A este apalancamiento del mercado laboral se une la denominada “Gran Renuncia”, el abandono masivo de sus empleos por buena parte de los trabajadores estadounidenses, que se inició con la pandemia. El número de renuncias laborales también alcanzó la mayor cifra de toda la serie histórica, con 4,5 millones, un aumento de los abandonos de 152.000 respecto del mes anterior. Las bajas voluntarias aumentaron principalmente en servicios profesionales y empresariales (+88.000) y construcción (+69.000).
Y, a pesar de todo, el paro no deja de bajar. El índice de desempleo en marzo fue del 3,6 %, el más bajo desde el comienzo de la pandemia. La cifra semanal de solicitudes del subsidio por desempleo en Estados Unidos bajó la semana pasada a 180.000, por debajo de las 185.000 la semana anterior. El promedio de solicitudes en cuatro semanas, una medida que compensa los altibajos semanales, se ubicó en 179.750, después de llegar a 177.500 la semana anterior.
Con estas cifras, es normal que el flujo de inmigrantes mexicanos, centroamericanos y cubanos esté también en récord. Y va siendo hora de que los miles y miles de jóvenes europeos y americanos, apoltronados en casita de sus padres viviendo de la sopa boba, cojan las maletas hacia EE. UU, con la ventaja de que están a un vuelo de unas horas de casa y con videoconexión 5G en todas partes. Hay empleo, solo hay que tener ganas de trabajar en un mundo global. Sin miedos
