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Óscar Domínguez Giraldo
Columnista

Óscar Domínguez Giraldo

Publicado

Hombre que ama la radio

Por óscar domínguez

oscardominguezg@outlook.com

Después de mamá y papá las primeras palabras que aprendió Bernardo Tobón Martínez fueron kilovatio, kilociclo, transmisores, control máster.

Desde sus primeros teterados ha vivido en AM y en FM. Fue de esos niños perplejos que se preguntaban por dónde se mete la gente que habla en la radio.

Con su fallecido hermano Germán y de la mano tendida y el pulso firme del fundador de Todelar, su taita, Bernardo Tobón de la Roche, de Rionegro, Antioquia, y de su madre, Isabel Martínez Villa, de Santa Fe de Antioquia, le tocó batutear la época de las vacas gordas y padecer el ocaso del Circuito.

Entre todos convirtieron el apellido Tobón en sinónimo de la mejor radio. Eso sí, nada de vivir del apellido: a camellar, jóvenes.

El chiquito Lleras Restrepo abandonaba Palacio, entraba Pastrana de la mano de unas elecciones sospechosas. Bogotá era un aguacero perpetuo. La gente vivía debajo de un paraguas. Todo sucedía en el centro de la capital.

Los salarios que hoy apenas alcanzarían para un proletario corrientazo, rendían hasta para sí fornicar y recoger vales en metededores del centro: Titanic, el Especial, Paladium, el Bar Inglés.

Técnicamente, la romántica radio, comparada con la de hoy, era artesanal. Se hacía con las uñas, romanticismo y ganas. Locutores como el Chiquito Aponte Rodríguez eran los reyes del dial.

Las transmisiones en directo estaban en pañales. Se estilaban noticieros de media, una hora, quince minutos. Los teletipos eran máquinas de escribir que convertían el ruido en noticias.

Mandaban la parada Caracol y Todelar que dirigían el Loco Giraldo, Gabriel Cuartas y Antonio Pardo García, quien está empeñado en publicar la historia de la radio colombiana en un libro de mil páginas. Las editoriales le piden adelgazar el mamotreto.

Dirigida por Timoleón Gómez, Don Timo, Caracol, en la misma céntrica Avenida 19, necesitaba quince minutos para contar lo que pasaba en la parroquia y en la aldea global. RCN empezaba a pisar duro.

Por estos días, hacemos cola para felicitar a quien nos pagaba la quincena por sus primeros 75 años, tres hijos, tres nietos y Luchi, su musa eterna.

En sus ocios, Tobón Martínez, manizaleño, espera que los tribunales decidan el pleito de sucesión que tienen con los Kaim. Porque Don Bernardo los sacó del llavero. No les dejó ni el loro.

En su página de Facebook, Benny, para su entorno, exhibe su sonrisa eterna y su pinta de sibarita perpetuo que no nació para pasarla maluco.

Para engordar su ego sube fotos a su página, tira línea religiosa, deja salir su uribismo, despotrica de todo lo que huela a guerrilla, hace encuestas, y practica una pasión llamada radio.

También se deja invadir por la nostalgia el play boy que es de la época del long play y de los discos de 45 y 78 revoluciones. “Te acordás, hermano, qué tiempos aquellos...”

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