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Juan Carlos Manrique
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Juan Carlos Manrique

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Honorables congresistas ¿A quién representan?

Por Juan Carlos Manrique - jcmanriq@gmail.com

No sobra recordarles a los congresistas que “No taxation without representation” - No hay tributación sin representación-. Hace 300 años, los habitantes de las trece colonias norteamericanas proclamaron que, como no estaban directamente representados por el parlamento británico, cualquier ley que creara un tributo sobre ellos, era ilegal. Esta fue una de las principales causas de la independencia de los Estados Unidos. Y ni que hablar de la revolución francesa.

Pues bueno honorables congresistas. Desde hace más de 300 años el congreso está para representar y defender a los ciudadanos. No para pasar de agache. La economía está entrando en una situación muy compleja y se avecina una tormenta perfecta. Tienen sobre sus hombros una responsabilidad mayúscula. ¿A quién están representando? ¿Al gobierno o a los ciudadanos? ¿Están oyendo solo al gobierno, a los lobistas y a los cantos de sirena de la burocracia y los contratos? Pareciera que sí.

Porque no tiene la más mínima presentación, que no exista en el congreso una mayoría parlamentaria robusta que defienda a las Entidades sin Ánimo de Lucro del país. A las Esal.

La reforma tributaria propone limitar el descuento del 25% del valor donado a las entidades del régimen tributario especial, con lo cual se pulveriza por completo un correcto incentivo tributario, que no es un gasto fiscal sino una inversión social directa.

Sin duda. En el pasado las Esal se utilizaron como modelos de evasión y elusión. Y todavía hay varias tuercas por apretar. Pero desde la reforma del 2016 - La Ley 1819 de 2016 - la situación es muy diferente. Del cielo a la tierra.

Las Esal han demostrado con cifras, los efectos perversos de esta propuesta de la reforma. Basta ver el caso concreto de los bancos de alimentos. Han advertido, de mil maneras, que el cambio de las reglas de juego en las donaciones aumentaría el hambre de un millón de personas en Colombia.

Más de 208,000 Esal, por todo el territorio nacional, donde no llega el Estado, de manera anónima, ayudan con solidaridad y afecto a más de 10 millones de ciudadanos. Las Esal son la manifestación viva de la sociedad civil. Un vehículo potente para que el sector privado ayude a solucionar retos concretos. Las Esal hacen mucho. Muchísimo. Por eso y por otras razones, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) recomienda respetar, proteger y promover estos espacios de la sociedad civil. Vaya manera creativa de respetar, proteger y promover dichos espacios, con cambios desfavorables, como el propuesto en la reforma.

Repito, estamos entrando en modo tormenta perfecta. Y el Estado va a necesitar, aún más, el tejido social y la potente red de las Esal. Algunos teóricos del gobierno quieren marchitar a las Esal para que su gestión sea asumida por el Estado. Hágame el favor la peligrosa inocencia de estos gurús.

Una pregunta final. En caso que, desafortunadamente, prospere esta iniciativa del gobierno, ¿El congreso tendrá el decoro de aplicar la misma regla fiscal para las donaciones a partidos o movimientos políticos?

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