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Según el diccionario de la RAE consciencia es la capacidad del ser humano de reconocer la realidad y de relacionarse con ella. Ser consciente entonces es pensar en el bienestar propio, pero también en el de los otros (que son nosotros mismos) y en el del mundo que habitamos.
Lo presenciado el viernes pasado, en el día sin IVA, fue un acto que raya en la inconsciencia por parte de cientos de ciudadanos. Mientras veía las imágenes en redes sociales y en los noticieros de hordas de compradores abalanzándose para comprar un televisor, una nevera o lo que fuera, no pude dejar de pensar que esta pandemia no va a cambiarnos en los temas sustanciales. Los riesgos que tomaron quienes salieron ese día son enormes. No solo se expusieron ellos, con su conducta pudimos haber echado por la borda la cuarentena pasada y quedamos expuestos a una nueva, además pusieron en riesgo nuestro frágil sistema de salud, al Estado mismo que, es quien en últimas, si resulta un brote importante de estos desmanes será quien deberá asumir los costos, no solo en lo económico sino sociales.
Esta es la prueba de que somos una sociedad donde la individualidad ocupa todos los espacios. Llama la atención, que un 19 % menos de valor en un producto específico, sea capaz de generar tal nivel de inconsciencia e irracionalidad. Esto deja claro la corresponsabilidad que tenemos como ciudadanos en el contexto de una sociedad que debería funcionar de manera sistémica y equilibrada.
Sin lugar a duda la recuperación de la economía es una prioridad. Muy pocos dudan de la importancia del día sin IVA, pero lo sucedido tiene que dejar aprendizajes de la manera como actuamos, no solamente como ciudadanos, sino también en la forma como opera nuestra sociedad, el Estado y las empresas.
Los países escandinavos gozan de una gran cultura ciudadana. Cada uno de sus habitantes interpreta las normas de manera positiva, que, a decir verdad, no son muchas, no necesitan una norma para cada cosa. Allí, la autorregulación y el buen comportamiento ciudadanos son estilos de vida naturales y cotidianos. Un modelo digno de replicarse por estas tierras nuestras si es que queremos llegar a ser una mejor sociedad.
Hoy más que nunca debemos ser conscientes que estamos en medio de una pandemia. No tenemos las suficientes UCI y ventiladores mecánicos si el virus se dispara. En el peor momento en número de contagios deberíamos salir a la calle solo en situaciones necesarias, mantener el distanciamiento, usar tapabocas y lavarnos las manos. Son medidas tan básicas, que cada ciudadano debe cumplirlas, de lo contrario debe ser consciente que una actuación incorrecta pone en jaque a todo un país, su sistema de salud, economía y nos puede llevar a retroceder décadas en materia de pobreza e igualdad.
Ojalá lo sucedido el pasado viernes nos genere la suficiente consciencia. El afán por conseguir un producto más económico puede crear una hecatombe en el contexto nacional, con impactos devastadores en todos los colombianos. Como dice una frase en dinámica de sistemas: “el aleteo de una mariposa en el Pacífico puede desencadenar una tormenta en el Atlántico”. Somos seres interconectados, hoy más que nunca lo sabemos, tengamos consciencia de ello.
