Por Carlos Alberto Giraldo M.
Hay quienes no se quieren tomar en serio la situación. Aún creen que la covid-19 es una exageración y que sus efectos para la salud son menores. Era previsible que la indisciplina social, la desinformación, la falta de recursos, la informalidad y el folclorismo en los países latinoamericanos serían factores determinantes en la rápida expansión del virus.
Es increíble que después de dos meses de emergencia, con más de 2,2 millones de infectados y 160 mil muertos en el mundo, se descubra tanto relajamiento en barrios de la periferia de las capitales colombianas y en sitios de concentración y actividad pública.
Personas a 30 y 40 centímetros de distancia en las colas de bancos, centros de distribución de fármacos y alimentos, e incluso en algunos hipermercados de marcas reconocidas donde las medidas de asepsia son pobrísimas.
La Gobernación de Antioquia y el Municipio de Medellín, así como la misma Presidencia, saben de la amenaza sanitaria y económica de desastrosos resultados que puede ser el crecimiento del número de casos que ponga en jaque la capacidad de atención en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI). Y lo que ello significaría si se deben extremar las medidas de confinamiento. Un estallido, una calamidad de consecuencias devastadoras para la salud y las finanzas públicas y privadas.
Se deben ahondar las tareas pedagógicas, los llamados a la ciudadanía para que entienda las dimensiones de una pandemia que continuará hasta tanto no haya una vacuna y hasta que se estabilicen y prueben métodos efectivos de control y contención, que permitan equilibrar la necesidad del aislamiento y el distanciamiento sociales con el imperativo de la sobrevivencia y reactivación económica.
Las cifras de desempleo están empezando a explotar, las necesidades alimentarias básicas están creciendo, el estrés y los desajustes emocionales están brotando en todos los estratos, pero muy en especial en capas en las que ya de por sí, antes de la llegada del coronavirus, era difícil subsistir.
La ciudadanía debe dar ejemplo de disciplina y acatamiento de las normas impuestas por la crisis. Desde el autocuidado en casa, con medidas esenciales de esterilización, hasta la concurrencia en el espacio público, con tapabocas y distancia de los demás. Por favor, no vacilen en creer que pueden ser muchos más los muertos e infectados si no nos proponemos y comprometemos con rigor a colaborar con las autoridades. Ya está lejos la idea de que la pandemia era un cuento sobredimensionado y pasajero. Va para largo, por lo menos todo el 2020, y si no despertamos enterrará muchos sueños y vidas .