El acelerado desarrollo de Medellín y Antioquia obedece a sus instituciones y a la participación de la sociedad en ellas. Esas instituciones están en riesgo debido al empeño del alcalde de Medellín por restarles legitimidad y buscar modificarlas a su antojo.
Pero ¿qué son exactamente las instituciones? De acuerdo con Douglas North, politólogo y economista norteamericano, “las instituciones son las reglas del juego en una sociedad, o más formalmente, son mecanismos diseñados por las personas para moldear la interacción humana” (North, 1990). En esta región del país, se han diseñado instituciones complementarias a las del gobierno, para fortalecer y acelerar el desarrollo de la sociedad. Sin embargo, el diseño no ha sido suficiente, su éxito ha radicado en la participación de empresarios, academia y sociedad civil en ellas.
Estas instituciones, han trabajado armónicamente con los gobiernos, y han sido aliados de estos de manera permanente guardando una prudente distancia e independencia de ellos, pues precisamente una de sus características es que no han servido a intereses o banderas políticas.
Gobiernos y líderes han pasado, modelos de gobierno y visiones de sociedad han llegado y dejado huella, y sin embargo esas reglas sociales del juego que se han materializado en entidades como la Cámara de Comercio, Proantioquia, Fenalco, Comfama, Andi y otras han permanecido. Su labor para facilitar el relacionamiento y el trabajo conjunto entre gobernantes públicos, comerciantes, empresarios y líderes cívicos para mejorar la vida de las personas ha sido una constante.
Lo anterior está en riesgo debido al empeño obsesivo de Daniel Quintero por desconocer, deslegitimar y obstruir el trabajo de algunas de estas instituciones. El discurso de división, señalamiento e injurias frente a gremios, universidades, medios de comunicación y sus líderes, pareciera ser la ejecución de un libreto cuidadosamente escrito. El afán por desconocer logros del pasado y empeñarse en señalar problemas del presente, son síntomas de una actitud que, en lugar de buscar correcciones y mejoras en estas entidades y relaciones sociales, pretende destruir.
Así, lo que presenciamos no es una controversia particular sobre una entidad u otra, sino un afán por derribar una construcción social de décadas. El problema en particular no es la reciente agresión del alcalde a la Cámara de Comercio de Medellín y sus directivas, lo evidente es que quiere ocupar ese espacio con uno de sus alfiles, el riesgo estructural es que estos ataques continuarán con las demás instituciones de la ciudad y la región, y esperemos que no ocurra lo mismo con las nacionales en un futuro.
Quintero es representante de un populismo contemporáneo que carece de ideas frente a un modelo de sociedad. Lo suyo es el poder al precio que sea con un afán por acabar cualquier espacio y mecanismo donde él y los suyos no estén presentes. Su ambición trasciende lo electoral y esto debe ser un hecho que cohesione a todos aquellos que identifiquen este riesgo y crean que el desarrollo real depende de instituciones fuertes que se mantengan al margen de las cambiantes lógicas de la política. La indiferencia e inacción ante lo anterior pueden ser costosas. Es hora de una mayor participación democrática, control político y acciones judiciales, de ser preciso, ante quien sin escrúpulos busca el poder como fin en sí mismo