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Las noticias sobre los tiroteos en las escuelas de los Estados Unidos son tan frecuentes que muchas personas han perdido la capacidad de sorprenderse cuando ocurre uno nuevo e incluso sienten alivio de que haya habido tan solo un muerto.
Esto fue lo que sucedió en el colegio STEM ubicado en Highlands Ranch, Colorado, un suburbio muy cerca de Denver, la capital de este estado.
En Colorado, donde vivo actualmente, se respira en las últimas semanas una sensación de miedo, especialmente en los ambientes escolares. El pasado 20 de abril se conmemoraron los 20 años de la masacre ocurrida en la escuela de Columbine, en el suburbio de Littleton, la cual dejó 15 muertos, incluyendo a los dos asesinos y dio pie al conocido documental Bowling for Columbine, dirigido por Michael Moore. Días previos a este triste aniversario una joven de 18 años (Sol Pais) viajó desde Miami a Denver y amenazó con atacar una escuela, lo que hizo que todos los centros educativos del área metropolitana de Denver tuvieran que suspender sus clases el pasado 17 de abril, día en que la joven apareció muerta a las afueras de la ciudad. Según el reporte policial, Sol se quitó la vida.
Y cuando la situación en las escuelas retornaba a una relativa calma, la muerte violenta regresó a una de las aulas el pasado 7 de mayo, en el momento en que unos jóvenes ingresaron armados a la STEM High School en Highlands Ranch, a pocas millas de la escuela de Columbine y comenzaron a disparar. El pánico volvió y muchos padres de familia se preguntaban: “Ahora, ¿con qué tranquilidad voy a enviar a mis hijos al colegio?”.
Al transcurrir las horas supimos que este tiroteo había dejado una víctima: el joven Kendrick Castillo de 18 años, a quien le faltaban solo tres días para graduarse de la secundaria. Los muertos pudieron haber sido más, sino es porque este joven se puso a pelear con los atacantes. Nui Giasoll, una compañera de Kendrick, dijo al canal Telemundo que el asesino “sacó un arma y nos dice a todos que no nos movamos y fue entonces cuando Kendrick se abalanzó sobre él y fue cuando le disparó”. Esto dio tiempo para que los compañeros se escondieran y no hubiese más víctimas mortales.
Este ha sido un hecho dolorosísimo para toda la comunidad educativa de Denver y sus alrededores, pero a la vez, no salimos del asombro y la admiración por la acción heroica del joven Castillo. Sus compañeros y profesores lo describen como una persona noble, buen amigo, con buen rendimiento académico. Además, amante de la pesca, los automóviles y la robótica.
La hermana Loretta Gerk, quien fue su maestra en el colegio Notre Dame, recordó a Catholic News Agency: “Si alguno de los niños estaba llorando, él (Kendrick) quería ir a hablar con ellos”. Y los actos cotidianos de amor que tuvo Castillo hicieron que en el momento en que la vida de sus compañeros se viera amenazada, él se pusiera como escudo.
En muchos lugares del mundo mueren diariamente héroes que dan la vida por los demás. Kendrick es solo uno entre tantos. Personas que actúan sin pensarlo con la valentía de amortiguar tanta maldad porque vivieron siempre entregándose a los demás y al momento de arriesgar su vida, no dudaron en hacerlo.
