Por
Andrés Amariles Villegas
Fundación Universitaria Luis Amigó
Psicología, noveno semestre
amariles.andres@gmail.com
El debate sobre la adopción por parte de parejas homosexuales no solo se lleva a cabo en el escenario político. En redes sociales también se ha encendido la discusión y en diferentes publicaciones pueden verse “argumentos” que apoyan o critican la posible aprobación de esta ley.
Algunos de los que están en contra, han alegado que “los gais pueden hacer lo que quieran, pero que no pueden generarle ese tipo de traumas a un ser inocente”. Por otro lado, ciertas opiniones a favor han sostenido que “los homosexuales son más tolerantes y abiertos, y cualquier niño debería crecer en un ambiente que le brinde esas posibilidades”.
¡Nada más alejado de la realidad! Ambas posiciones son generalizaciones que asumen que un ser humano se puede caracterizar solo por un aspecto de su personalidad: su orientación sexual. Existen quienes asumen al sujeto homosexual como un individuo con un estilo de vida desenfrenado que podría poner en riesgo la vida de otro ser. Mientras tanto, existen otros que entienden la homosexualidad como un estilo de vida superior, de sujetos con mayor capacidad para asumir la crianza de un infante.
Sin duda, existen personas homosexuales que, por su organización psíquica, no se encuentran en capacidad de asumir la crianza de un pequeño. Esto es un hecho, como es un hecho también que existen personas heterosexuales en las mismas condiciones y a quienes de igual manera se les debería negar dicha posibilidad.
La orientación sexual es solo un aspecto de la personalidad y esta no define el tipo de carácter de un individuo. Existen tantas formas de vivir y asumir la sexualidad como personas en el mundo. La posibilidad de adoptar y conformar una familia no debería estar determinada por la dirección del deseo de una persona. La madurez emocional, la capacidad de otorgar afecto, de establecer normas y la estabilidad mental deberían ser los aspectos a evaluar en cualquier pareja (hetero u homosexual) para determinar si está en condiciones de integrar a un nuevo ser en su familia.
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