La idea del absurdo nos ronda como esa fiera que acecha silenciosa la mayor parte del tiempo, pero en el momento preciso devora a quien no encuentra manera de protegerse de ella o no había construido una salida de emergencia. Tan aterrador es el absurdo que gran parte de la existencia es una lucha para lidiar con la bestia, por no convertir lo que hacemos o hemos hecho en ello, y lo más aterrador de todo, en no convertirnos en un completo absurdo. Pero esta lucha no es solo un desgaste energético por la supervivencia digna. El difunto Karl Lagerfeld decía que “el absurdo y el antiabsurdo, son los dos polos de la energía creativa”. ¿Cuánto del arte fue y será para muchos un absurdo y un desperdicio, pero para otros es una fuente inagotable de creación? Si todos sucumbieran al temor del absurdo ¿cuántos hubieran pedido a su amada que aceptara ser su novia o esposa? Tal vez nadie y nada existiría. Si extermináramos el absurdo ¿cuánto del humor quedaría y qué descolorida sería la vida?
¿Pero cómo combatir a fiera tan peligrosa? Una persona inteligente y valiente que tengo el privilegio de conocer decía hace días que conocía sus miedos y que los combatía riéndose de ellos. Por eso tal vez burlarse del absurdo, aunque no sea cura sino bálsamo, es mejor que nada.
Un ejemplo de esto son los Ig Nobel. Un premio que se entrega desde 1991 en el Teatro Sanders de la Universidad de Harvard, como una parodia a los Nobel, a las investigaciones científicas reales, pero con aplicaciones absurdas o jocosas, de personas que “se ríen y luego piensan”. Hace pocos días se entregaron los premios de 2019. Hago una corta descripción de algunos de los galardonados.
El premio de Física fue asignado al estudio de investigadores de Georgia Tech que intentaban explicar cómo el wombat, marsupial australiano, logra que sus heces fecales tengan la forma de cubo perfecto. Como no son bobos, esperan que su hallazgo tenga en el futuro aplicaciones industriales. El premio de Anatomía fue para dos científicos de la Universidad Paul Sabatier, que querían establecer cuál de las “criadillas” de los carteros, izquierda o derecha, era más caliente. ¿Adivinen cuál gano? En Medicina, el ganador fue el científico italiano Silvano Gallus del Instituto de Farmacología Maro Negri, que mediante varias investigaciones ha logrado establecer que la pizza puede “proteger contra la enfermedad y la muerte”, pero solo si “se hace y se come en Italia”. El premio en Economía fue para el estudio que concluyó que, de todas las monedas del mundo, el billete más inmundo y peligroso como transmisor de bacterias es el “leg rumano”.
Si existiese la categoría del absurdo político, ganaría quien perteneció a una organización delictiva que acostumbraba secuestrar personas y las metía en huecos en la tierra durante meses, pero ahora dice ser el abanderado de la Colombia “Humana”.