Por juan david escobar valencia
En noviembre de 2.019 cuando se presentó otra jornada de protestas que, aunque legales y propias de una democracia, me parecían inútiles y hasta peligrosas, titulé una columna: “La cosa no es marchando. Es trabajando y estudiando bastante”.
Ahora vuelo a titular igual al presentarse el mismo fenómeno, claramente premeditado, con argumentos supuestamente diferentes, pero con mayor peligrosidad al observar como tantos guasones y delincuentes que quieren ver arder el país con una amenaza terrorista y usan cobardemente como escudos humanos y camuflaje para sus actos criminales a los ciudadanos que ejercen la protesta pacíficamente. Así como los narcoguerrilleros usan menores de edad reclutados forzosamente para neutralizar las acciones de la fuerza pública.
Liberando el asunto de concepciones ideológicas, lo que estamos sufriendo es el resultado de una crisis sanitaria de alcance global que ocasionó una crisis económica inusual que afectó simultáneamente la oferta y la demanda, poniendo en peligro la supervivencia del aparato productivo y empresarial formado con tanto esfuerzo, y retrocediendo los avances en bienestar logrados en las últimas décadas; que es lo que los terroristas esperaban y quieren que se agudice.
Por eso resulta ilógico e irresponsable que “hacer más marchas y paros” sea la “solución” a una economía que casi se para completamente; lo que no ocurrió gracias al esfuerzo de los ciudadanos, el gobierno y los empresarios que intentan retomar algo de la inercia que tenían previamente, inercia que como cuando montas en bicicleta, proporciona una estabilidad dinámica que se pierde cuando te detienes. Me parece torpe y monstruoso creer e inducir a otros a marchar y parar en estas circunstancias. A menos que seas de los guasones que esperan beneficiarse del caos. Léase 2.022.
Si piensa que en una crisis sanitaria y económica es una “genialidad” parar las ciudades con marchas cada vez más inútiles, aumentando el riesgo de contagio al aglutinar gente, e impidiendo que los que sí quieren y necesitan trabajar y estudiar, puedan hacerlo; si cree que “parar” es algo “útil”, aunque realmente se convierta en “idiota útil” de los terroristas, yo le pediría un mínimo de responsabilidad con los que no tienen por qué verse afectados negativa y costosamente de semejante insensatez.
Así como en 2019, le digo a los de las marchas: “¿por qué sus organizadores no alquilan el estadio, pagando todas las pólizas de riesgo requeridas, se reúnen tempranito el domingo tipo 6 o 7 a.m., recuerden que al que madruga Dios lo ayuda, gritan todo lo que quieran, cómodos, seguros, sin capuchas ni “seudónimos”, sacan un comunicado final irrebatible y contundente, si es que pueden, lo distribuyen gratuitamente en redes sociales, y antes de salir, dejan el estadio aseado para la jornada futbolera de la tarde?”
Si insiste en marchar y parar, involuntariamente volviéndose un peón de los terroristas, cumpla primero sus compromisos previos, y luego marche, pero “además de” trabajar y estudiar bastante, y no en “vez de”