Por david e. santos gómez
Buenos Aires está encerrado en el más extremo de los confinamientos. En momentos en los que Argentina empezaba a dar pasos lentos hacia la apertura, el gobierno nacional de Alberto Fernández decidió, de la mano del alcalde de la ciudad y del gobernador de la provincia del mismo nombre, regresar a la denominada Fase 1: todos de nuevo a sus casas y afuera solo empleados de la salud y de tiendas de productos básicos. Las avenidas tienen aún algunos carros o algún bus. En las calles barriales es difícil ver caminantes.
La drástica medida llegó tras el incremento en los casos de coronavirus. Al iniciar julio se registraban más de 2.500 nuevos infectados por día y los muertos superaron los 1.500. Si bien la cifra es bastante inferior al resto de países de América Latina, incluido Colombia, Fernández asegura que no cederá y habrá cuarentena radical hasta el 17 de julio. “La economía se recupera, la vida no”, insiste.
Es la cuarentena más larga del mundo. Desde el pasado 19 de marzo, fecha de inicio del confinamiento, han transcurrido más de 100 días en un país que está paralizado. Las cifras económicas son de catástrofe: en abril la actividad cayó un 26 por ciento y las imágenes de locales cerrados son frecuentes en televisión y redes sociales. Para algunos lo que se vive es incluso peor que el infierno del corralito, a finales del 2002.
Los controles en las calles son enérgicos. Para salir es necesario un permiso al que solo tienen acceso los trabajadores esenciales, y que debe ser portado como código QR en el celular. Los fines de semana está permitido que los padres salgan un par de horas con sus hijos. Nada más.
Si bien algunas otras provincias del interior han podido hacer aperturas controladas, Buenos Aires (ciudad y provincia) no ve un horizonte cercano. Aún con brotes de protestas, de grupos que se quejan enérgicamente contra el presidente, el cumplimiento de la cuarentena es alto y la mayoría coincide en la necesidad de parar el virus.
El asunto es que este no es cualquier país. Mientras otras economías cayeron desde el ascenso, en Argentina la crisis del coronavirus llegó cuando se estaba tocando fondo. La pregunta es qué sigue. Cuál es el plan para el primer día después de todo. La cuarentena se capotea, pero la incertidumbre no.