Todo sucedió de repente a comienzos de diciembre del año pasado en Whan, China, donde apareció un virus producido por la posible ingesta de carnes de animales exóticos –como los murciélagos–; casi nadie tomó la noticia en serio, se creyó que era una broma más esparcida por los medios de comunicación, ansiosos por atraer clientes y cautivarlos. Pronto vinieron los días de horror y amargura; el pesimismo, el miedo y la desperanza se globalizaron. Avenidas, aeropuertos, muelles marítimos, almacenes,...