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Enrique López Enciso
Columnista

Enrique López Enciso

Publicado

La enseñanza de la historia en el Bicentenario

Por Enrique López Enciso

ealopezen@gmail.com

Quienes estudiamos ciencias sociales y económicas en los años setenta pudimos beneficiarnos de los cursos que impartían un grupo entrañable de profesores empeñado en construir una nueva historia de Colombia. En las clases vimos cómo la historia se volvía un tema apasionante, tan lejano, en mi caso, de la enseñanza acartonada del texto del padre Granados, que era la versión de los jesuitas de antes, del libro de Henao y Arrubla para secundaria. Esos investigadores (Melo, Colmenares, González, Kalmanovitz, entre otros) aportaron una mirada completamente renovada de nuestro pasado.

Tal vez por ese recuerdo tan grato es que me resulta estimulante el debate que se plantea en la revista Arcadia, entre cuatro historiadores sobre el libro de Henao y Arrubla. Ese libro, con el cual los dos abogados conservadores recibieron en 1910 el premio del concurso del centenario convocado por el Gobierno, fue hasta mediados de los años sesenta el manual por excelencia que utilizaban los estudiantes de secundaria para aprender la historia.

La historia que aprendían los colombianos era “hueca”, como dice Jorge O. Melo, y basada en una visión del mundo muy limitada y cuestionada por la nueva historia. Los aportes de esta quisieron llevarse a la enseñanza secundaria, al parecer sin mucho éxito. Queda la sensación de que no hubo mucha claridad en lo que se quiso hacer. Tal vez los docentes no tenían la formación para transmitir esos conocimientos y tampoco había materiales para hacerlo. Lo cierto es que la enseñanza de la historia retrocedió en importancia en los programas de bachillerato de la época.

Ahora se quiere volver a enseñar historia en la secundaria con un enfoque de ciencias sociales. Las nuevas generaciones se deberían beneficiar de ese propósito. Surge la pregunta de si debe elaborarse un nuevo manual que facilite la enseñanza, pero que en este caso pueda contener diferentes enfoques, o si sería mejor tener textos diversos. En general, los historiadores que participan en el debate, y no solo ellos, se muestran reticentes a volver a la historia única, a la versión oficial de la historia y les gustaría oír varias voces, una polifonía.

Enseñar historia en la secundaria y en la universidad es diferente a enseñar otras materias. El conocimiento histórico no es preciso y siempre irá cambiando a medida que se obtenga nueva información o se dé otro enfoque a la investigación. Además, como el filósofo francés Raymond Aron decía, la historia es reconstitución, por y para los vivos, de la vida de los muertos. El presente impone la ventana con que se examina el pasado definiendo, por ejemplo, períodos y personajes.

Por esa razón, enseñar historia con un texto es posible solo si permite al estudiante obtener miradas heterogéneas sobre el pasado y le da elementos para discernir entre la buena y la mala historia, diferenciar entre la que es lo suficientemente crítica para establecer una verdad científica y aquella que quiere deformar la memoria.

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