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The New York Times
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La Gran Renuncia no durará para siempre

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Por Justin Wolfers

El informe de empleo de noviembre, publicado el viernes por el Departamento de Trabajo, muestra que la tasa de desempleo bajó al 4,2 por ciento y se está acercando a su nivel de antes de la pandemia. El número de empleos no agrícolas en nómina aumentó en 210.000, lo que desilusionó las expectativas de una recuperación más rápida. Según una estimación, todavía hay alrededor de seis millones de puestos de trabajo menos de lo que se hubiera esperado, de acuerdo con las tendencias prepandémicas.

Estos datos en el empleo pueden llevar a concluir que la economía está demasiado fría, mientras que el número récord de personas que renuncian a sus trabajos puede sugerir que está demasiado caliente. E incluso si la tasa de desempleo no está exactamente donde debería estar en una economía saludable, una tendencia de mejora sugiere que pronto lo estará.

Estas señales mezcladas reflejan el hecho de que algunas partes de la vida económica están motivadas por condiciones actuales, mientras que otras se moldean en gran medida de acuerdo con expectativas de un futuro más sano y próspero, a no ser que la variante Ómicron interrumpa la recuperación.

En un ciclo de negocios típico, el desempleo “sube como un cohete” pero luego “cae como una pluma”, disminuyendo solo una décima parte cada año, según una investigación de Robert E. Hall de Stanford y Marianna Kudlyak del Banco de la Reserva Federal de San Francisco. Por tanto, cuando los puestos de trabajo escasean, los trabajadores suelen sentirse ansiosos y temerosos sobre sus perspectivas de empleo.

Este temor podría llevarlos a tomar cualquier empleo que puedan encontrar y asustar a quienes tienen empleo para que no renuncien. Pero una caída por la pandemia es diferente. Es más un reinicio que una recesión.

Si bien el malestar de la economía impulsado por la pandemia puede hacer que parezca que se ha prolongado para siempre, en realidad hemos estado experimentando una recuperación inusualmente rápida. A partir de abril de 2020, solo tomó 17 meses para que la tasa de desempleo cayera por debajo del 5 por ciento (desde un máximo de posguerra de casi el 15 por ciento), mientras que en las tres recuperaciones posteriores a la recesión, tomó 75 meses, 26 meses y 59 meses. El desempleo nunca cayó por debajo del 5 por ciento durante las tres recuperaciones anteriores.

El reinicio rápido ha creado una situación peculiar. A la economía todavía le faltan millones de puestos de trabajo. Sin embargo, los trabajadores siguen siendo optimistas.

Este optimismo es evidente en encuestas recientes de Conference Board, que muestran que el 58 por ciento de los consumidores dice que los trabajos son “abundantes”, mientras que solo el 11 por ciento dice que son “difíciles de conseguir”. La Encuesta de Actitudes del Consumidor de la Universidad de Michigan revela que una gran pluralidad de trabajadores espera que el desempleo continúe cayendo el próximo año. La Reserva Federal también es optimista. Predice que la tasa de desempleo caerá al 3,5 por ciento para fines de 2023, la tasa más baja desde 1969. Los pronosticadores del sector privado cuentan una historia similar.

Este optimismo durante una época de debilidad económica explica por qué esta recuperación ha confundido a muchos economistas: están acostumbrados a un patrón en el que los indicadores del mercado laboral son casi todos débiles o todos fuertes.

Este optimismo también puede explicar por qué millones de personas no buscan trabajo, lo que ha sido un factor importante para mantener baja la tasa de desempleo. ¿Por qué apresurarse a regresar si habrá muchos buenos trabajos disponibles en el futuro cercano?

Por supuesto, esta no es toda la historia. La pandemia ha hecho que la vida laboral sea más difícil y menos segura de innumerables formas. Y debido a que los trabajadores gastaron menos el año pasado incluso cuando el gobierno envió cheques para mantenerlos a flote, muchos más hogares ahora tienen los fondos para pasar unos meses sin trabajo. Los trabajadores, entonces, tienen los medios, el motivo y la oportunidad de ser pacientes.

Es por eso que los trabajadores mayores están optando por no regresar rápidamente a lugares de trabajo inseguros. Los padres están eligiendo esperar a que los horarios en las escuelas y los centros de cuidado infantil sean más confiables. Y los trabajadores descontentos están renunciando. Confían en que pronto llegarán mejores ofertas de trabajo. Queda por ver si la variante Ómicron desplazará esta confianza.

A medida que los jefes luchan por conseguir empleados, se han visto obligados a ofrecer salarios más altos, especialmente para trabajos con salarios bajos. El resultado ha sido una explosión de ganancias salariales del tipo que normalmente solo ocurre cuando la economía es fuerte, aunque la economía permanece relativamente débil.

Esto apunta a una posibilidad bastante intrigante: tal vez la expectativa de que los trabajadores podrán obtener un mejor trato en el futuro está creando la realidad de que están obteniendo un mejor trato hoy.

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