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Rocío Arango Giraldo
Columnista

Rocío Arango Giraldo

Publicado

La hora de las pequeñas y medianas empresas

Rocío Arango Giraldo

arangogiraldo@gmail.com

@RocArangoG

Como a muchas personas, me asusta cuando en mi casa suena el teléfono después de las nueve de la noche, me da susto que sea a dar una mala noticia. Pero desde hace 10 años que mi papá se pensionó, las llamadas nocturnas son para anunciar las promociones de los supermercados y mercaderías de la ciudad, y organizar “la cacería” del día siguiente. Él, junto con mis tíos también pensionados, formaron “ la pandilla caza promociones”, para asegurarse de comprar lo más barato y con mayor descuento. En medio de su actividad, lo que más me gusta es que hemos podido conocer muchos productos comestibles de pequeñas y medianas empresas, que si no fuera por el auge de las mercaderías no sabríamos de su existencia y muy seguramente no podrían generar empleos.

Según cifras de los últimos años del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, las micro, pequeñas y medianas empresas responden por 80,8 % del empleo del país. En el caso de las empresas del sector manufacturero, son las responsables de los productos alimenticios que mi papá lleva a la casa después de las “cacerías”, así como del 45 % de los empleos generados en Colombia.

Después de escuchar todos los días en las noticias los sermones sobre la Justicia Especial para la Paz, los discursos moralistas de los que se creen “amigos de la paz”, en contra de los que aquellos llaman enemigos de la misma, he podido llegar a una conclusión: la paz la construimos todos cuando apoyamos empresas e iniciativas productivas que permiten la generación de empleo de calidad en nuestros regiones.

Para el DANE, al mes de enero de 2019 la informalidad de los trabajadores colombianos estaba por el orden del 48.2 %, o sea que casi la mitad de la población trabajadora no tenía acceso a ninguna garantía de seguridad social. Por estos días, con las plataformas tecnológicas se ha puesto sobre el mantel la discusión respecto a la formalización laboral y la calidad del empleo. Si bien, este tipo de formatos como las mercaderías amenaza la supervivencia de las tiendas de barrio, es claro el estímulo que le hace a la generación de empleo formal en las regiones, en donde sirven como vitrina para los productos de las pequeñas y medianas empresas manufactureras.

Yo no creo que el Estado lo debe hacer todo, tampoco creo que no debe hacer nada, y menos aún, pienso que el Estado colombiano sea un “dechado de virtudes”. Pero sí creo en el poder de las pequeñas cosas, en el poder de la ciudadanía para estimular a través del consumo de productos de pequeñas y medianas empresas, en la generación de empleo decente.

En la tradición judeocristiana, al igual que en la mayoría de religiones, se invita a los feligreses a “no hacer a otros lo que no quieras que te hagan a ti”. Para mí, ese es el principio más básico de justicia social, así que por qué no apoyar a este tipo de productos de las manos de personas que gracias a un trabajo formal pueden tener una mejor calidad de vida para ellas y sus familias.

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