Dicen que Cuba tiene la mejor medicina del mundo. No dudo de que en parte es cierto. Tienen excelentes universidades, excelentes profesores, pero hasta ahí. Antes de seguir, quiero contar un cuento que nos sucedió hace ya varios años en Cuba.
Un grupo de amigos nos fuimos para la isla a conocer este bello enclavamiento en el mar. Eran los tiempos de la dictadura de Fidel Castro. Todavía su hermano, Raúl, hacía fila para reemplazarlo en el caso de que el barbudo faltara.
Contratamos un pequeño bus para que nos llevara a todas partes y una buena guía para que nos contara sobre la isla y lo que íbamos conociendo. La guía joven, muy simpática. Cada que nos montábamos al bus, en las mañanas, le llevábamos a ella y al conductor del bus, frutas del desayuno frugal del hotel. Nos agradecían el regalo porque nunca tenían la oportunidad de disfrutarlas.
La guía nos hablaba todo el tiempo de las maravillas que vivían, aunque no se notaba una castrista convencida. Una tarde, mientras hacíamos un largo recorrido, nos habló de la medicina en Cuba. Nos dijo, como siempre dicen los cubanos y algunos colombianos como Gustavo Petro, que la medicina cubana era la mejor del mundo, que el único problema era que los medicamentos no se conseguían. Una de las compañeras de viaje, siempre de mucho humor, dijo: “Ah, muy interesante, por lo menos saben de qué se van a morir”.
Ahora, Gustavo Petro, para no quedar mal con los camaradas, se fue para la isla para hacerse un tratamiento y una endoscopia con barrido de mucosa en la unión gastroesofágica. Viajó con su familia, algunos dicen que sin permiso del Congreso, pero él no podía desperdiciar las atenciones de sus amigos y camaradas, así los medicamentos los deba adquirir en Colombia, para cumplir con el tratamiento.
Ahora sí que se está demostrando que nuestra medicina, nuestros médicos, enfermeras y todo el personal de la medicina, son ejemplo para el mundo. Se sacrifican hasta entregar sus propias vidas para proteger la de sus semejantes. Ya tenemos cuatro dolorosos ejemplos. Es hora de apoyarlos y protegerlos para que sigan trabajando y dando ejemplo de amor por la comunidad. Nos sentimos orgullosos de nuestros profesionales de la medicina.
Mal ejemplo y falta de amor a la patria y a su gente, nos da el excandidato ambicioso e incapaz, al que le quedó grande la Alcaldía de Bogotá, que cometió graves errores en su administración y que dilapidó los dineros del Distrito comprando elementos inservibles y acabados, por los que nunca ha respondido. Cómo pretende gobernar un país en el cual no cree. Cómo pretende que el pueblo lo apoye para gobernar el país que no quiere.
Que se aprenda el reglamento del Congreso, si es cierto que viajó sin permiso. Que aprenda a querer a la patria, que se arrepienta de todo lo que hizo en su oscuro pasado, para aspirar a algo en Colombia.
Cómo será su calidad personal, que Antonio Navarro, este sí bueno y decente, su antiguo jefe, no aguantó trabajar con él en la alcaldía de la capital.