Durante la Primera Guerra Mundial, se hizo popular la historia de que los alemanes lanzaban bebés belgas al aire y los ensartaban con sus bayonetas. En la guerra del Golfo Pérsico se dijo que los iraquíes que invadieron a Kuwait habían desconectado las incubadoras de los hospitales, matando a los bebés que había dentro, para enviarlas a Irak. En esa guerra, el gobierno de Estados Unidos justificó su invasión a Irak diciendo que su gobierno estaba fabricando armas de destrucción masiva.
Recordé estas informaciones falsas que, en su ápoca, aparecieron como verdades irrefutables en los periódicos, en medio de la polémica provocada por algunas fotografías ―acompañadas de informaciones engañosas― publicadas en el dossier que el presidente Iván Duque presentó a Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, para demostrar la presencia de guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional en Venezuela. Pienso que la presencia de estos guerrilleros en territorio venezolano no está en cuestión. Lo que sí me parece discutible es el empleo de datos falsos e imprecisos por parte del Gobierno para alimentar el odio contra Venezuela.
La polémica la desató una foto donde aparecen niños y guerrilleros tomados de la mano jugando una ronda, con una leyenda que dice: “Penetración del ELN en escuelas rurales del estado Táchira con fines de adoctrinamiento –abril 2018”. El periodista Javier Alexander Macías, de EL COLOMBIANO, constató en los archivos del periódico que la foto, en realidad, fue tomada en el corregimiento Huisitó, en El Tambo, Cauca, por agentes del servicio de Inteligencia de la Brigada 29 del Ejército colombiano. Estos se la entregaron en 2015.
“La foto entregada por Duque a Antonio Guterres y que mostró este jueves en su cuenta de Twitter no corresponde ni a la fecha ni al lugar al que hace referencia el mandatario de los colombianos”, dijo el periodista en una noticia publicada por este diario, que tuvo repercusión mundial.
Al día siguiente, la polémica creció cuando la agencia France Press puso en tela de juicio la veracidad de una segunda fotografía del dossier en la que se denuncia una “masacre” supuestamente ocurrida en el estado venezolano de Bolívar en octubre de 2018 por “enfrentamientos” entre el ELN y grupos de pandilleros venezolanos.
“El mensaje está ilustrado con una foto de una cabaña que tiene un grafiti con las siglas ELN (Ejército de Liberación Nacional), pero la imagen fue tomada en la región colombiana del Catatumbo, fronteriza con Venezuela, por el fotógrafo de la AFP Luis Robayo”, informó la agencia en un cable. “Esta foto la tomé el 20 de septiembre de 2018 en un viaje que hice a la región del Catatumbo para hacer un reportaje”, dijo el fotógrafo a los periodistas.
El viernes, la AFP publicó otro cable informando que, en una llamada telefónica, un portavoz del Ministerio de Defensa se disculpó con ellos “por el uso de al menos tres fotografías de esta agencia en el dossier”. El portavoz “reconoció que las tres fotografías de la AFP habían sido tomadas en Colombia y no en Venezuela”. De este modo se elevó a cuatro el número de fotografías cuestionadas por su falta de veracidad.
Todo esto trajo a mi mente dos frases célebres en la historia del periodismo. La una la dijo el senador Hiram Jonson en una sesión del Congreso de Estados Unidos, durante la Primera Guerra Mundial: “La primera víctima de la guerra es la verdad”. La otra es del periodista inglés William Howard Russell, llamado el padre de los corresponsales de guerra: “La verdad de la guerra es una píldora amarga”.
Jonson y Russel tienen la razón: la verdad es la primera víctima de la guerra. Y es una píldora amarga. Tal vez por eso tantas veces se vuelve contra los gobiernos que la manipulan.