Asombroso: cada día se descubren, si promediáramos, dos nuevos planetas extrasolares. El hombre no había estado tan cerca de encontrar señales de vida en lejanos e incógnitos mundos a decenas o centenas de años luz de nuestro pequeño Sistema Solar.
Habíamos dicho que la detección de vida en esos planetas implicaría una revolución del pensamiento que aún no alcanzamos a comprender, desde lo religioso, lo filosófico en general hasta lo sicológico y social, pero lo que es ahora del caso señalar son los notables progresos en la búsqueda de otros mundos.
Hasta el siglo XVII se conocían seis planetas. En tres siglos se descubrieron solo tres nuevos, sumando al ahora degradado Plutón, hallado hace casi 85 años.
En 2014 se encontraron 803 nuevos planetas extrasolares, la inmensa mayoría gracias al ingenio puesto sobre el telescopio espacial –cazador queda mejor- Kepler. Hoy suman casi 2.000 confirmados.
La mayor parte son enormes planetas del tamaño de Júpiter, Neptuno, Saturno, pero se suman cada día más las Supertierras, dos o tres veces el tamaño de nuestro planeta, y ya hay algunos como el nuestro.
Nada menos el martes, el Centro para la Astrofísica de Harvard y el Instituto Smithsoniano reveló de un tirón el hallazgo de ocho nuevos mundos y, para alegría, asegura que casi todos son rocosos tipo Tierra y, lo más importante, parecen residir en la zona dorada de sus estrellas: aquella donde puede existir agua líquida.
En 2018 la Nasa lanzará el más sofisticado telescopio espacial, el James Webb, mientras la Agencia Espacial Europea tiene ya en el espacio Gaia, poderoso instrumento para hacer el censo, entre otras actividades, de 1.000 millones de estrellas, una ínfima parte de las de nuestra galaxia.
Esos instrumentos entregarán tanta información que con seguridad, sin ser arriesgados, cambiará la concepción sobre nuestro lugar en el espacio y, más importante, trascendental y estremecedor, en el cosmos.
Les tocará a las próximas dos o tres generaciones digerir lo que se halle. Vida, así no sea inteligente, que abrirá perspectivas y esperanzas a la especie humana en su afán de sobrevivir el cataclismo solar en unos 1.000 a 2.000 millones de años.
Mientras, otros como el Instituto Seti siguen buscando vida inteligente extraterrestre, esa que la habladuría popular sostiene que ya está entre nosotros, y que de encontrarse significaría el choque existencial más grande que jamás haya tenido la humanidad.
La ciencia transforma nuestras vidas.