Uribe ganó las dos presidencias porque, en el peor momento del país, supo despertar la esperanza y la ilusión del pueblo colombiano. Sus ideas unieron la patria y las mayorías sentían que ganaban mucho.
Ahora con Petro sucede algo similar. No poca gente piensa que con su presidencia algo puede ganar y que no hay nada que perder. Con falacias, utopías y engaños ha logrado despertar la esperanza y la ilusión en las minorías engrupidas.
Aunque tiene grandes ventajas, dispone de la plata de las Farc, del favor del poder judicial y de la debilidad del gobierno, Petro tiene un plante falso. Sus propuestas causan miedo a la mayoría de los colombianos, y el miedo moviliza más que la esperanza.
Hoy en Colombia son más los que tienen algo que los que no tienen nada.
Petro se toma la libertad de incitar la lucha de clases y sus oponentes serán de última hora, sus rivales están dispersos y la mitad de los colombianos no vota, hay entonces que exacerbar las consecuencias de un triunfo petrista.
Intensificando el miedo a perder lo que se tiene, que es real, hasta las piedras votarán en contra del enemigo de la democracia.
Esa será la vacuna contra el virus totalitario