Por LUIS FERNANDO ÁLVAREZ J.
El covid-19 llegó bajo un contexto completamente diferente al de las anteriores pandemias, con circunstancias inéditas, dentro de las cuales se encuentra la globalización. En un mundo como el actual, marcado por viajes y conectividad, es inevitable la rápida propagación de una enfermedad. Diversos gobiernos han buscado soluciones diferentes con el fin de contrarrestar el coronavirus. Desde países completamente cerrados, como Australia, hasta otros, funcionando con total normalidad, como Suecia, pero no ha habido una solución unificada.
La última tendencia ha sido la de fomentar la vacunación masiva, con el fin de contrarrestar los casos delicados y poder así mantener la economía abierta sin que el sistema de salud colapse. Sin embargo, en recientes días, posiblemente a causa de la llegada del verano en el hemisferio norte, se ha observado un aumento de casos, especialmente en Europa (el Reino Unido ha sufrido hasta 35.000 casos diarios), mientras que los pares asiáticos parecieran tener el virus controlado, y si bien sus países están cerrados para el mundo exterior, funcionan en completa normalidad para quienes residen en ellos.
Este análisis permite cuestionar la diferencia entre el Occidente y el Este. China, en general, como Estado policía, ha mantenido claras políticas de vacunación, cuarentenas estrictas, Hong Kong y Singapur han impuesto cuarentenas en hoteles designados por los gobiernos, donde los viajeros deben hospedarse sin salir de sus habitaciones durante 14 o 21 días, dependiendo del país del que vengan, sin posibilidad de salir de la habitación. Lo mismo ha sucedido en Vietnam, donde, según comentan los ciudadanos, el virus ha logrado ser controlado debido al autoritarismo del gobierno.
El Occidente, por su lado, ha promovido las libertades individuales por encima de la represión, como ha sucedido en Suecia y en Suiza, donde cualquier ciudadano del mundo puede llegar, siempre y cuando esté vacunado, sin tener que hacer cuarentena.
Sin embargo, en los últimos días se ha experimentado un preocupante aumento de casos en Estados Unidos, en Israel, en Suiza, en Grecia, en Francia, en el Reino Unido, entre otros, países promotores de las libertades individuales, lo que marca un preocupante interrogante sobre al paso a seguir.
Contrario a sus pares del Este, que han impuesto medidas estrictas, han realizado jornadas de vacunación masiva y han aislado y testeado en masa para evitar la propagación, el Occidente ha optado por apoyar la apertura económica y las libertades individuales; sin embargo, en medio de estos diferentes métodos de tratamiento, surge otro problema: la vacuna voluntaria significa que cada persona no vacunada puede ser fuente de contagio. Por ejemplo, el gobierno Suizo ha constatado que el 99 % de las UCI están ocupadas por personas que no han sido vacunadas o sólo tienen una dosis de la vacuna. Esta misma cifra se ha constatado en países europeos y en Israel, el país con mayor número de vacunados, lo que obliga a los gobiernos a preguntarse: ¿Prima la libertad individual de elegir vacunarse, o la salud general, como bien público?