Ya lo dijo la OMS, el Covid-19 va a convertirse en endémico y frente al riesgo de la enfermedad recurrente la sociedad debe adecuarse a esa realidad. El descubrimiento de una vacuna cambiaría las cosas, pero aún contando con eso hay modificaciones en las preferencias que se pueden consolidar. En el pasado, las epidemias dejaron su impronta en las ciudades, como en el caso del cólera en Londres y otras. Es probable que en esta ocasión se pueda dar algo parecido y a mayor escala.
El Financial Times, por ejemplo, llama la atención acerca de la pérdida total de atractivo de las megaciudades por la pandemia (New York, Londres, París, Madrid, Milán). Algo de eso se estaba dando con los altos costos de vida. El problema ahora es que son el foco de la infección en sus países. Su densidad hace que sean propicias para las plagas y con más muertos por la enfermedad.
Actualmente, la búsqueda de un mayor distanciamiento social favorece a las casas y a las habitaciones individuales muy alejadas entre sí, una salida que iría en contra de la densificación que, como dicen los expertos, es indispensable para reducir el impacto ecológico de la vivienda humana. Si muchas empresas y negocios siguen con el trabajo a distancia, al menos parcialmente, para muchos trabajadores es más interesante y tranquilizador permanecer en una casa de los suburbios y viajar poco a la ciudad. Un reto es entonces que el desarrollo de los suburbios deberá acompañarse de servicios públicos y redes digitales, para apoyar a muchos trabajadores a distancia que llegarán a esas tierras.
El hecho es que no todos pueden irse a los suburbios, hay que matizar lo que afirma el columnista del FT. La urbanización proseguirá de forma más lenta con ciudades que deben adecuarse para convivir con el virus. Dentro de la herencia de la lucha con la enfermedad estarían las calles adecuadas para una mayor utilización por parte de peatones y ciclistas, que se está viendo en las ciudades donde se están flexibilizando las cuarentenas, el racionamiento en el uso del transporte público, la reorganización de la jornada laboral, así como más cooperación entre las comunidades y la transformación de muchos sitios para cubrir necesidades sociales y de salud. Grandes balcones y espacios colectivos.
Hay otros cambios en las ciudades. Se refieren a las transformaciones en la vida cotidiana de sus habitantes. Se está modificando en función de las precauciones que hay que tomar. Empiezan a conocerse algunos de los famosos protocolos biológicos que están usando algunos países para que los comercios y restaurantes puedan abrir. Se organizan con esa reglas juegos de fútbol sin público y con jugadores temerosos al contagio. Aparece un mundo extraño donde todo funciona con la idea de no crear congestiones y mantener la distancia social. Conductas que parecían inimaginables que cambiarán la cara de las ciudades en los países ricos.
Más difícil que suceda en los países en desarrollo donde una buena proporción de la población consigue su sustento en las congestionadas vías de las ciudades. La gran batalla contra el coronavirus se va a librar en esas calles, tratando de reducir la cauda de personas que por ahí transitan y de vendedores estacionarios que laboran informalmente en ellas. Una quimera.