Por Guillermo León Vallejo P.
Sábado 18 de julio, segundo día de “cuarentena por la vida”. Las calles de Laureles permanecen vacías, como debe ser.
Sin embargo, a la distancia empiezan a oírse los pregones de los vendedores ambulantes anunciando con sus molestos aparatos de perifoneo sus productos.
Andan de a dos, sin tapabocas, sin guardar el distanciamiento.
¿Por qué tanta permisividad de las autoridades con esta gente? ¿Acaso el confinamiento no es para todos?
Ellos se surten en las plazas donde están los mayores focos de infección. ¿Es justo que la mayoría acatemos las órdenes y nos guardemos, para que otros vengan a expandir el virus en nuestros barrios? ¿Por qué no actúa la Policía?
Escribo esta carta, con pleno convencimiento de que no será publicada. Será ignorada como otras tantas que he enviado denunciando situaciones similares.
Cumplo con el deber de ciudadano preocupado por el rumbo que está tomando esta pandemia.