Escribo esta columna en solidaridad con Francisco Galán, el exguerrillero del Eln, a quien conocí cuando lo entrevisté en agosto de 2003, en la cárcel de máxima seguridad de Itagüí, donde estaba recluido pagando una pena de quince años. Durante todos estos años fui testigo de la evolución y de la transformación de Galán, quien, desde cuando fue capturado en 1992, pasó de ser un radical de la guerra, a un radical de la paz.
Raramente en mi vida vi alguien cambiar tan profundamente sus categorías mentales, cambiando no solo su forma de actuar, sino también de ser. Por eso hoy, es desafortunado que la Fiscalía haya pedido su captura por un delito que no pudo haber cometido (porque en la época del secuestro del kilómetro 18, estaba preso y ya no era un dirigente del Eln) y es paradójico que el gobierno le haya quitado su condición de gestor de paz. A la Fiscalía le hace falta criterio y al gobierno le hace falta generosidad con quienes están de verdad comprometidos con la paz.
De hecho, hasta el expresidente Álvaro Uribe pidió la libertad de Galán en uno de sus trinos: “Ojalá liberen a Francisco Galán y a Juan Carlos Cuéllar, estuvieron en la cárcel más de 20 años, no hay proceso con el Eln pero estas personas son convencidas de la paz de verdad, no han sido beneficiarias de impunidad, ni de elegibilidad política. No tienen que ver con el Eln actual”.
Uribe sabe lo que dice, porque recuerda, además, cómo en 2008, o sea hace 12 años, Francisco Galán renunció al Eln con una declaración pública, después de reunirse con el mismo Uribe en la Casa de Nariño. Hay también que recordar que Uribe fue el primer presidente que le otorgó la condición de gestor de paz a Galán (papel que el presidente Duque revocó hace un año). Renunciar al Eln representó para este exlíder guerrillero exteriorizar una decisión que había tomado desde hace tiempo; la decisión de dejar la guerra. Francisco Galán ha sido consecuente y coherente con esta posición.
Durante el juicio, Galán tendrá la oportunidad de demostrar su inocencia por los hechos de los cuales hoy lo acusa la Fiscalía. Mientras tanto, es deseable que el gobierno le devuelva su condición de gestor de paz. En 2001, en una carta a sus excompañeros del Comando Central, Francisco Galán escribió: “No hemos sido capaces de pensar la paz en grande y de manera definitiva, la paz en Colombia ha tenido el tamaño de las partes en confrontación, la medida son sus intereses, no el país, ni mucho menos la grandeza de la humanidad, por eso todas las soluciones han sido parciales e incompletas, por eso mismo hemos estado condenados a repetir indefinidamente la tragedia de la violencia”. Esta reflexión hoy vale también para el gobierno de Duque, llamado a mostrar generosidad e inteligencia frente a quienes dejaron la guerra y se comprometieron de verdad con la paz. Porque con miopía no se va muy lejos.