Reza el dicho: “que hablen bien o mal, lo importante es que hablen”, consigna que parece aplicarse sobre todo en la política para lograr reconocimiento y estar en la agenda mediática de manera visible. Es paradójico ver cómo en un mundo donde cada día se tiene menos pobreza y más oportunidades, la gente siente una insatisfacción generalizada por la política y sus líderes, generando situaciones de zozobra permanentes y pérdida de credibilidad en nuestras instituciones. Según la última encuesta de Invamer la mayoría de los colombianos tienen opinión desfavorable de la justicia, los partidos políticos y el Congreso. Tal vez este es uno de los temas a los que nos hemos acostumbrado y en el que pareciera no tuviera posibilidades de mejorar ni en el corto ni el mediano plazo.
La época de grandes prohombres, ejemplares, intachables y de enorme voluntad de servicio desde la política cada vez se extraña más. Personajes como Jaime Tobón V, Juan Gómez M, Antonio Roldán Betancur, Bernardo Trujillo C, José Gutierrez G, entre otros, quienes estuvieron a la altura de sus cargos, cuando ocupar un cargo público era reservado para los mejores y visto como una verdadera dignidad.
Hemos caído en un nivel de decepción y sentimiento de poca inspiración por muchos de los líderes que nos representan, quienes han convertido parte de estas posiciones dignatarias en una mofa que busca no solo engañar al electorado en campaña, sino también desorientarlo con los anuncios y decisiones muchas veces tomadas para lograr mayor poder y así escalar a otras posiciones. Divide y reinarás parece que es la constante.
Pareciera que la mesura, discreción, construcción colectiva, respeto, fueran cosas del pasado y más bien el irrespeto en redes, el afán de figurar a como dé lugar, se convierte cada día en la constante y no en la excepción.
Lo más preocupante de este circo que hoy presenciamos y del que se salvan pocos es que todos como ciudadanos somos coautores de este, quizá por apatía de entrar a la política y al sector público que permita contar con más y mejores opciones de gobernantes, o tal vez por la ligereza como se vota sin conocer bien a quien nos representará, o más grave, por no participar como votante de las elecciones.
Ya se empieza a calentar la baraja de candidatos a Gobernación y alcaldías en Antioquia, ojalá sea este el momento para reflexionar y no repetir la historia y para poder contar con líderes dignos de estas importantes posiciones. Es mucho lo que está en juego y debemos ser conscientes de que el futuro de estas hermosas montañas depende de nuestro compromiso individual y de cómo elegimos. No perdamos la oportunidad de escribir un mejor futuro para todos.