Por Taylor José Martínez Cárdenas
Son muchas las necesidades que vive la educación colombiana a falta de herramientas tecnológicas y abandono estatal. Sin duda alguna, el sector rural es el hijo que no tiene doliente, donde cada día el acceso a la educación es más precario, sin pensar que muchos niños primero hacen media jornada en el campo ayudando a sus padres a cultivar la tierra y luego van a la escuela. Algunas en mal estado y otras en condiciones de abandono. Esa es la triste realidad de aquellos que desde la lejanía esperan poder alimentar sus mentes con el ingrediente principal de la mesa: la educación.
Cada vez se hace más difícil para las personas vulnerables, esas que en medio de la maleza esperan poder ser vistas y acceder a una educación de calidad. Las distancias, la dificultad de acceso al sitio de estudio y la falta de alimentación porque no llegan los programas escolares son algunas de las causas.
El tiempo pasa y cada vez menos personas tienen la posibilidad de hacer un mayor aporte a la sociedad, esa misma que en las urnas elige a gobernantes pusilánimes que en campaña prometen el puente, olvidando si hay un río